La ola de incendios, la mayoría de ellos provocados por pirómanos en zonas rurales, que está barriendo de sur a norte los campos de Cantabria y Asturias continuaba ayer, a pesar de la llegada de un frente de lluvias débiles y de la bajada de las temperaturas. En el Principado seguían anoche activos 18 focos y en Cantabria otros tres de los 34 que durante el día habían quemado pastos y bosques en esa comunidad, avivados por un viento sur que ha impedido el despegue de aviones y helicópteros para sofocarlos.
Las huellas del incendio más cercano a la capital cántabra se expandían a medio día de ayer sobre la bahía de Santander, impulsadas por un desbocado viento del sur. Se trataba de uno de los numerosos focos provocados presuntamente por pirómanos y que se han visto favorecidos por la prolongada sequía, temperaturas impropias del invierno y vientos con rachas de hasta 80 kilómetros por hora.
Las habituales quemas de pastizales y rastrojos de finales del invierno, cuyo objetivo es asegurar ricos pastos primaverales, están en el origen de los más de 100 incendios registrados en los últimos días en Cantabria, que han arrasado con 9.000 hectáreas de bosques, monte bajo y rastrojos y han puesto en serio riesgo zonas habitadas de la capital y de los núcleos más habitados del medio rural.
Asociaciones conservacionistas consideran extremadamente grave la situación y claman por el daño ecológico que están causando.
El debate ya está listo entre el Gobierno regional, que prohibirá el pastoreo en las superficies arrasadas, y los sindicatos, que exigen pruebas inculpatorias de que son los ganaderos los autores de tanto desmán.
Para éstos, las medidas anunciadas por la Consejería de Ganadería son meramente coercitivas y la acusación, demasiado gratuita.
Pirómanos
No obstante, la Guardia Civil ha sorprendido con las manos en la masa a numerosas personas. Por ejemplo, un vecino del pueblo de Fresneda, en el valle de Cabuérniga, quien desde su propio coche prendió un pinar por distintos puntos.
Las pérdidas mayores se han registrado en los montes y praderías situados entre los puertos de Estacas de Trueba y Lunada que limitan con la provincia de Burgos, a unos 60 kilómetros de Santander, donde el fuego llegó a tener un frente de cinco kilómetros.
Mientras, en Asturias, de los 200 incendios contabilizados desde el sábado por la mañana hasta la tarde de ayer, una cifra sin precedentes en el Principado según los servicios de extinción, sólo 18 seguían activos anoche.
Las lluvias y el descenso de las temperaturas registrado ayer hizo mejorar la situación en el occidente asturiano, que era la zona más afectada por el fuego.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 4 de febrero de 2002