Las medidas anunciadas el domingo por el Gobierno argentino van en la dirección correcta, según la opinión generalizada de los analistas españoles. No obstante, también coinciden en afirmar que el conjunto de medidas no es un verdadero plan económico, sino una respuesta a las demandas más urgentes de la sociedad argentina.
En primer lugar, las restricciones al acceso a los depósitos bancarios, el llamado corralito, se ha flexibilizado pero no ha desaparecido. El tipo de cambio libre no podrá ser realidad hasta que el Fondo Monetario Internacional (FMI) no reanude la ayuda financiera al país. Los expertos más optimistas calculan que eso se puede demorar entre 15 y 20 días más.
El Gobierno argentino dice que cuenta con 14.000 millones de dólares en reservas para defender el peso a partir de mañana, cuando reabran los bancos. Fuentes del Ministerio de Economía argentino cree que al principio el dólar puede dispararse a entre 2,30 y 2,50 pesos y que hasta aquí puede considerarse 'aceptable'. El Ejecutivo no puede dar una larga batalla contra la desconfianza ciudadana sin el respaldo de la comunidad internacional encabezada por el FMI.
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Para obtener ese apoyo, los analistas creen que las medidas deben completarse con un plan a más largo plazo. Los expertos echan de menos, por ejemplo, más detalles sobre política fiscal, un gran problema en Argentina. El FMI no quiere que Argentina gaste mucho más de lo que recauda. En el proyecto de Presupuesto para 2002 se prevé un déficit de entre un 1% y 2% del PIB. Según los expertos, esta cifra, que aún falta por definir, sería tolerable teniendo en cuenta la situación económica. El FMI incluso la aceptaría, según fuentes de la Hacienda argentina.
Otra cosa que faltó el domingo para que las medidas constituyesen un plan fue una política monetaria con objetivos de inflación. De momento se ha filtrado que el Gobierno prevé emitir unos 3.500 millones de pesos este año. Un 35% de esta cifra se destinaría al Tesoro público. La falta de precisión sobre este asunto alarma a los analistas españoles. El temor a la hiperinflación está lejos de desaparecer y una emisión desordenada de moneda puede conducir a que se disparen los gastos y los precios.
Dependencia de Brasil
Otro punto que preocupa en España y sobre el que hizo especial hincapié el director del Servicio de Estudios de Economía Internacional de Caja Madrid, José Ramón Díez, es el debate que se ha abierto en Brasil sobre la necesidad de forzar una devaluación del real para recuperar la competitividad de las exportaciones. El real cotiza en torno a los 2,45 por dólar y la idea es llevarlo hasta los 3 o 3,5 por dólar. La iniciativa partió del economista Luiz Carlos Bresser Pereira, ex ministro de varias carteras con el ex presidente José Sarney y el actual primer mandatario, Fernando Henrique Cardoso. La propuesta de Bresser ha sido bien acogida en los sectores empresarial y político pero no simpatiza al gobernador del Banco Central de Brasil, Arminio Fraga. Si Brasil vuelve a devaluar su moneda como en 1999, Argentina volvería a perder gran parte de la competitividad obtenida con la devaluación del peso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 5 de febrero de 2002