Justo cuando el crédito de John Toshack parecía ilimitado y sus evidentes errores de apreciación, tanto en sus alineaciones como en sus fichajes, se sucedían sin que el Consejo de Administración de la Real rechistase, éste sorprendió ayer con la destitución fulminante del galés. Toshack ya no dirige al club guipuzcoano ni quedará ligado al equipo como mánager, tarea que venía desempeñando de forma paralela. Es el final del tercer ciclo del galés en la Real, equipo en el que estuvo entre 1985 y 1989, y luego entre 1991 y 1995. Entre media ganó la Liga del 90 con el Madrid. Luego entrenó también al Deportivo.
Tampoco Salva Iriarte y Roberto López Ufarte continuarán en la dirección técnica del equipo profesional y dejarán su hueco a un nuevo equipo técnico formado por el ex centrocampista de la Real Jesús María Zamora, que ha entrenado al Beasain, de Segunda B, el ex guardameta Roberto Olabe, actual técnico del equipo juvenil, y Julen Masach, preparador físico.
La destitución de Toshack confirma la deriva del club guipuzcoano, que lleva flirteando con el descenso las últimas tres campañas y que ha empleado tres técnicos desde que decidió prescindir de Bernd Krauss en la campaña 1999/2000: Periko Alonso, Javier Clemente y John Toshack. Su marcha también ilustra la voracidad de la Liga española, que, tras Andoni Gokoetxea (Rayo), Bernd Krauss (Mallorca), Txetxu Rojo (Zaragoza) y Pepe Mel (Tenerife) despidió ayer a su quinto entrenador.
Toshack se hizo cargo de la Real la pasada campaña, a tiempo de salvar al equipo del descenso y, sobre todo, a tiempo de reflexionar sobre los problemas y necesidades de su plantilla. Se le entregaron todos los poderes, algo parecido a un cheque en blanco, y no ha sido capaz de extraer a la Real de su ensimismamiento.
Las decisiones técnicas y los fichajes encargados por Toshack han contradicho de largo la fe que el Consejo de Administración le profesaba. La directiva donostiarra celebraba ayer una reunión de apariencia inocua, historia de hacer balance, de comprobar que el equipo continúa en las catacumbas y, quizá, de tomar alguna decisión. Al filo de las 22.00, los portavoces del club sorprendieron a todos con la destitución fulminante del técnico-mánager.
La sospecha había ensombrecido la capacidad de Toshack para enderezar la posición del conjunto que dirige. Sólo la interminable lista de candidatos al descenso permite ahora mismo a los blanquiazules mantener la compostura. Aunque el desarrollo del campeonato contemple una vez más al equipo en los puestos de descenso directo. Las millonarias compras invernales del galés no habían servido para otra cosa que para saquear las arcas del club. Cuatro de los jugadores más desafortunados en su rendimiento llegaron a la Real por expreso deseo de Toshack: Westerveld, Kvarme, Luiz Alberto y también Kovacevic, sombra de sí mismo.
La postura del Consejo de Administración que preside José Luis Astiazarán se antojaba complicada: la tabla señalaba al mismo tiempo el epílogo del torneo y una clasificación que concede un margen importante a todo aquel que reaccione de inmediato. Parecía que estos inconvenientes atenazarían a la directiva realista, que dejaría en manos de Toshack cualquier reacción drástica. No ha sido así.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de marzo de 2002