El presidente palestino, Yasir Arafat, es, desde ayer, un ciudadano parcialmente libre. Tras 98 días de confinamiento en su residencia-despacho de Ramala, puede moverse con independencia y sin necesidad de autorización previa por todos los territorios autónomos de Cisjordania y Gaza, aunque deberá pedir permiso para desplazarse al extranjero. Así lo decidió ayer el Consejo de Ministros israelí, que preside Ariel Sharon.
MÁS INFORMACIÓN
- Entrevista Digital:: M.A. Bastenier charló con los lectores de elpais.es
- Israel destruye la residencia de Arafat en Gaza
- Sharon pondrá fin al confinamiento de Arafat en Ramala
- Cheney inicia una gira para buscar una salida al conflicto
- Israel toma la 'capital' palestina en su mayor ofensiva militar en veinte años
- Israel impide que la Cruz Roja visite a 2.500 palestinos en un campo de internamiento
- Sharon ordena la retirada israelí de Ramala mientras traslada su ofensiva a Gaza
- Israel retomará la negociación si se produce una tregua
- EE UU presiona a Israel para que el líder palestino asista a la cumbre de Beirut
- Cartas:: La opinión de los lectores
El Gobierno israelí emitió ayer una nota en la que se reconoce que Arafat había cumplido las exigencias de detener a los asesinos del ministro de Turismo, Rehavam Zeevi, muerto el pasado octubre en un hotel de Jerusalén. La decisión de Sharon fue contestada inmediatamente por las organizaciones de extrema derecha israelíes, que convocaron en Tel Aviv una manifestación multitudinaria bajo el lema 'Un Israel fuerte para golpear el terrorismo' y anunciaron la dimisión inminente de sus dos ministros, el de Infraestructuras, Avigdor Liberman, y el de Turismo, Beny Elon.
La formación de los ministros radicales, Unión Nacional-Israel Beitenu, que tiene siete diputados en el Parlamento, ha anunciado también que retiran su apoyo a la coalición de gobierno. La decisión del Gabinete de Sharon ha sido también contestada por el Gobierno palestino, que la calificó de 'insuficiente' y reclamó la libertad total para que Yasir Arafat pueda viajar los próximos 27 y 28 de marzo a Beirut para asistir a la cumbre extraordinaria de la Liga Árabe.
El consejero de Arafat Nabil Abu Rudeina afirmó ayer desde Ramala que el levantamiento parcial del confinamiento 'es una insolencia sin límites', ya que 'constituye una violación de los acuerdos y una escalada en la política de agresión a los israelíes'. A pesar de todas estas descalificaciones, en medios diplomáticos se aseguraba ayer que la decisión de Sharon es sólo un primer paso para tantear la respuesta de la extrema derecha, pero que su intención es la de levantar totalmente el confinamiento de Arafat. De hecho, el propio presidente palestino ha anunciado que después de a Beirut pensaba viajar a los países árabes y europeos. En cualquier caso, los analistas coinciden en asegurar que la decisión de Sharon es el fruto de las presiones de EE UU, que ha enviado de nuevo a la zona al mediador Anthony Zinni, quien fue 'llamado a consultas' a mediados del pasado diciembre tras fracasar en su intento de establecer un alto el fuego. Zinni tiene previsto llegar a Jerusalén el jueves.
Dentro de un clima de aparente distensión, volvieron ayer a reunirse en Jerusalén por primera vez después de tres semanas el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Simón Peres, y el presidente del Parlamento palestino, Abu Alá. La reunión acabó sin acuerdos concretos.
Por otra parte, la Unión Europea celebró ayer la decisión israelí de levantar el confinamiento a Yasir Arafat, así como la de no insistir en una calma total de la violancia durante siete días para abrir negociaciones, informa Bosco Esteruelas. 'Es importante que esta decisión se ponga en vigor inmediatamente y se permita al presidente palestino no sólo desplazarse por los territorios autónomos, sino también acudir a la cumbre de la Liga Árabe de finales de mes', declaró el presidente del Consejo de Ministros de la UE, el español Josep Piqué.
El ministro español resaltó la importancia del plan de paz saudí y añadió que hay intención de que en la cumbre de Barcelona se elabore una declaración 'clara' y a ser posible coordinada con EE UU, Rusia y los países árabes sobre la crisis de Oriente Próximo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de marzo de 2002