Jacques Chirac no despega en los sondeos, pero Lionel Jospin tampoco. A menos de un mes para las primarias de las elecciones presidenciales en Francia, los institutos de opinión pública sólo se atreven a pronosticar la igualdad y el "codo a codo" entre los dos candidatos, cuyos programas se diferencian poco a los ojos de los electores.
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"Nos burlamos un poco de los estadounidenses porque tuvieron que recontar hasta el último voto para decidir si había ganado Bush o Gore, pero en Francia no estamos tan lejos", afirma Philippe Méchet, director general adjunto de Sofres, buen conocedor del estado en que se encuentra la opinión francesa en vísperas de la elección presidencial y legislativa.
El total de intenciones de voto a las candidaturas de izquierda suma hoy casi el 50% -sólo era del 40% en 1995, la campaña que ganó Chirac-, pero la victoria de Jospin "no está ni mucho menos decidida". Esto se debe a que "la vida política de Francia se encuentra totalmente balcanizada", en expresión de Jérôme Sainte-Marie, director del departamento de opinión del BVA, otra firma acreditada en materia de sondeos. "Lejos de despolitizarse, todo lo que ocurre en Francia se politiza. Por ejemplo, se trata del único país de Europa en que los cazadores disponen de un candidato a la elección presidencial. Hay candidaturas temáticas, personas que hacen del soberanismo su bandera política y otras muestras de la enorme pluralidad del electorado".
En la izquierda se está dibujando un fuerte movimiento en torno a la trotskista Arlette Laguiller, candidata de Lucha Obrera, a quien los sondeos atribuyen entre el 8% y el 10% en la primera vuelta, con la "prohibición de los despidos colectivos" como bandera principal. En torno a ella cristaliza un voto de protesta contra el sistema económico. Si se suma ese 10% de Laguiller al 5% esperado del candidato del Partido Comunista, Robert Hue, "nos encontramos con una fuerte corriente anticapitalista dentro de la democracia francesa. Jospin se enfrenta a la necesidad de pactar con sectores muy a la izquierda, lo cual le causará dificultades para avanzar en la construcción europea y en la apertura al centro del espacio político".
A la derecha, Jacques Chirac tiene problemas con el ultraderechista Jean-Marie Le Pen. Un francés de cada cuatro ha votado por Le Pen alguna vez, de modo que es una corriente muy importante. Sin embargo, este político corre el riesgo de no poder presentarse a la elección presidencial porque no ha logrado las firmas de 500 cargos electos, indispensables para que un aspirante a la jefatura del Estado formalice su candidatura. Le Pen acusa a Chirac, que habría dado órdenes a sus filas para que nadie avale la candidatura del ultraderechista. ¿A quién iría el 10%-11% que le atribuyen los sondeos en la segunda vuelta? Los expertos creen que Chirac sólo recogería una mitad escasa.
También será decisivo en la segunda ronda el apoyo de quienes voten en la primera al candidato republicano Jean-Pierre Chevènement, que ayer recibió un tartazo del extravagante personaje belga Noel Godin durante la presentación de su libro El valor de decidir en París.
Un hecho sorprendente es que en esta campaña no se percibe ningún factor de miedo. "Las elecciones presidenciales de 1995 estaban marcadas por el temor a la evolución social y la presión del paro. Ese sentimiento ha desaparecido. Ahora el miedo más importante de los franceses es la inseguridad ciudadana, pero no hasta el punto de considerarlo un problema angustioso como lo era el paro a mediados de los años noventa", afirma Jérôme Sainte-Marie.
Todos los sondeos muestran que sólo la mitad de los electores siguen la campaña con interés, frente a dos tercios en los procesos desarrollados durante los años ochenta y noventa. ¿Tal vez Francia se desideologiza como tantos otros países europeos? "Con tanta gente partidaria de la dictadura del proletariado, como se ve en el voto a Arlette Laguiller o Hue, yo no diría eso", opina Méchet, el directivo de Sofres, no sin advertir que hay algo de caricatura en ese comentario. Más en serio, afirma: "Si Chirac consigue en la primera vuelta cuatro o cinco puntos de ventaja sobre Jospin, creará una dinámica capaz de ganar la segunda y de arrastrar una gran victoria de la derecha en las legislativas".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de marzo de 2002