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Reportaje:

La bofetada del candidato

Bayrou mejora sus expectativas electorales en Francia tras golpear a un niño

"La letra, con sangre entra", rezaba una antigua máxima destinada a justificar la vara de fresno como incitación al estudio. François Bayrou, que llevaba meses intentando hacer oír sus argumentos de moderado y europeísta candidato a la presidencia francesa, acaba de descubrir los efectos benéficos de un cachete. Dado, que no encajado. El pasado 8 de abril, Bayrou decidió asomarse al barrio de la Meinau, un suburbio de Estrasburgo. Mientras hablaba con un grupo de ciudadanos, en medio de la calle, Bayrou notó que unos dedos recorrían los bolsillos de su chaqueta. Y sin pensárselo dos veces, olvidando por un momento las cámaras que le rodeaban, el candidato de la UDF para las elecciones presidenciales del próximo domingo le dio una bofetada al intruso. Suerte que optó por el cachete en vez de un puñetazo contundente, pues el afectado resultó ser Yacine Ghanem, un chaval de 11 años.

La madre de Yacine afirma que su hijo no es un ladrón y reprocha al político la utilización del incidente

El cachete de Bayrou no fue muy fuerte. Pero una cámara lo captó y de pronto el candidato, que no lograba despegar en los sondeos del 3,5% o el 4% de intenciones de voto, parece haber superado la barrera fatídica del 5% -la que permite el reembolso oficial del dinero gastado en campaña- y su popularidad se multiplica. Mucha gente le ha felicitado por su gesto. "Cuando le roban reacciona. Ya era hora que supieran que no están en un país de maricones". El elogio es del ultraderechista Bruno Mégret. Varias emisoras de radio han recibido miles de llamadas respaldando a Bayrou. Bernadette Chirac ha estimado que era "un gesto de padre de familia". El comunista Robert Hue ha recordado que él "habita en un suburbio y nadie le mete las manos en los bolsillos". El socialista Lionel Jospin no ha dicho otra cosa: "He estado varias veces en barrios conflictivos y nadie se ha atrevido a intentar robarme".

Para Bayrou, el cachete ha sido una gran oportunidad para explicar su concepción del orden, el cómo piensa resolver problemas como el fracaso escolar. Todas sus palabras, todos sus argumentos, quedaban inmediatamente ratificados por la bofetada. Los reproches de Jospin sobre su escasa autoridad pudo desmontarlos en un instante: "Jospin dice muchas tonterías, pero pocas tan gordas como ésta. Cuando visita los suburbios, lo hace rodeado de una treintena de policías, en coche blindado. Vive en una burbuja".

Tres días más tarde de su gesto en Estrasburgo, cuatro jóvenes, mayores de edad esta vez, le recordaron a Bayrou que tiene cara de ser "el que recibe las bofetadas", de ser une tête à claques, y le lanzaron pasteles de nata al rostro mientras se paseaba por un mercado de Rennes. No le reprochaban el cachete, sino el que lo estuviera explotando como la conquista de una loma estratégica en pleno frente guerrero. La madre de Yacine ha reprochado abiertamente a Bayrou la utilización electoral de la bofetada. "Mi hijo se merecía el bofetón. Y yo y su padre le dimos otro cada uno cuando llegó a casa. Había hecho una tontería, pero que Bayrou lo aproveche para su campaña es una marranada. ¿Acaso él vive aquí, acaso tiene que habitar en 75 metros cuadrados con cinco hijos? Mi esposo está de baja desde hace un año y medio debido a un accidente de trabajo. Que Bayrou deje de decir tonterías, de presentarse como un padre ejemplar y pretende decir que no nos ocupamos de Yacine. No estoy segura de que intentara robarle. No es un ladrón. Tal vez intentó impresionar a los otros chicos. ¿Qué sabe él? Si la gente le aplaude es porque lo que ven es que ha abofeteado a un niño árabe". Tras estas declaraciones, el candidato centrista telefoneó a la madre del niño y, según su versión, la charla fue "cortés y cordial, como la que pueden tener dos padres".

Lo cierto es que la campaña electoral francesa topa con la sombra del 11 de septiembre. La inseguridad se ha convertido en el tema central. Chirac se lo ha robado a Le Pen y lo explota cada día, aunque ha renunciado al eslogan impunidad cero porque precisamente él goza de la impunidad absoluta y eso es lo que los demás le echan en cara.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de abril de 2002