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El Gobierno acepta hablar del Sáhara para normalizar las relaciones con Rabat

El ministro Piqué espera que el embajador marroquí vuelva a España 'en las próximas semanas'

El Gobierno español ha cambiado en pocas horas de actitud en el conflicto diplomático con Marruecos, a raíz de una "larga" conversación telefónica que mantuvieron el pasado fin de semana Josep Piqué y su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa, según reveló ayer el propio ministro español de Asuntos Exteriores. Piqué añadió que ahora está de acuerdo con Benaissa en que Madrid y Rabat deben hablar de "algunas cuestiones", sobre todo del conflicto del Sáhara. El pasado jueves, el presidente José María Aznar reiteraba que sólo Rabat tenía que hacer algo: volver a mandar a su embajador a Madrid.

El cambio de actitud debe ser medido, sin embargo, con la sutileza propia del lenguaje diplomático. El propio Piqué entiende, según explicó, que el diálogo sobre el conflicto del Sáhara y otras cuestiones, como la inmigración y el tráfico de drogas a través del Estrecho, no debe ser una condición previa al regreso del embajador marroquí, sino subsiguiente al mismo. No obstante, se mostró suficientemente optimista sobre la posible eficacia del reconocimiento de la necesidad del diálogo que reclama Marruecos. Tanto, como para manifestar que tiene la esperanza de que el embajador marroquí regrese a Madrid "en las próximas semanas".

La conversación telefónica del ministro español con Benaissa, de cuya existencia dio cuenta ayer Piqué en una reunión organizada por el Foro Europa 2002 Press-Nueva Economía, fue posterior a una declaraciones de su homólogo marroquí publicadas por el semanario Maroc-Hebdo el pasado viernes, en las que Benaissa calificaba de "totalmente inaceptable escuchar a los responsables españoles repetir y pretender que no comprenden y no conocen las razones por las cuales el embajador Baraka ha sido llamado a consultas". Abdesalam Baraka fue llamado por sus superiores a Rabat el pasado 27 de octubre, y su partida representa el incidente más grave registrado en las relaciones recientes entre los dos países.

Benaissa reaccionaba así a las reiteradas declaraciones de portavoces españoles y, en concreto, del presidente del Gobierno, quien, tras entrevistarse a finales del mes pasado en Monterrey con el primer ministro marroquí, Abderramán Yussufi, y pocos días después, en Beirut, con el rey Mohamed VI, afirmó, como volvió a hacer el pasado jueves, que el único responsable de la crisis es Marruecos y que lo único que cabe hacer para resolverla es esperar a que el embajador marroquí se reincorpore a su puesto. Benaissa hablaba, entretanto, de algunos "nubarrones" que impiden la normalidad, retomando unas declaraciones de Yussufi en el mismo sentido.

El cambio de actitud expresado por Piqué, que ya ha mantenido una línea política más dialogante que la de Aznar durante la serie de malentenidos que distancian a España y Marruecos desde que, hace dos años, fracasó la renovación del acuerdo pesquero con la UE, viene al encuentro de esa exigencia de diálogo expresada desde Rabat.

"Puedo revelarles que el pasado fin de semana hubo una larga conversación telefónica entre los ministros de Exteriores de los dos países", explicó Piqué. "El deseo de España", añadió, "es mantener una relaciones lo más estrechas posibles con Marruecos, que dice que hay cuestiones que deben ser tratadas, y yo estoy de acuerdo. Pero entre amigos, las cuestiones deben tratarse desde la normalidad, con la presencia del embajador de Marruecos en su puesto, y yo espero que eso ocurra".

Intentos previos de enderezar las relaciones fracasaron porque la diplomacia marroquí exigía que la parte española asumiera responsabilidades en el estallido de una crisis que Madrid tiende a achacar, sobre todo, a contradicciones internas del régimen marroquí. Piqué tampoco parece dispuesto a hacer ahora concesiones definitivas en ese sentido. Su paso se limita a incorporar al lenguaje diplomático el reconocimiento de la necesidad de abrir el diálogo pedido por Marruecos, cuando regrese el embajador. Difícilmente antes. Y ni siquiera Piqué está seguro de que esto vaya a ocurrir. "La conversación [con Benaissa] no me dejó una mala impresión, pero hay que seguir trabajando", dijo.

El propio ministro español precisó después que el tema prioritario de diálogo reclamado por Rabat es el del Sáhara, que actuó como el catalizador más preciso de la crisis cuando el propio Mohamed VI declaró al diario francés Le Figaro que el conflicto sobre la ex colonia española quedaba definitivamente resuelto mediante un nuevo plan de autonomía promovido por el estadounidense James Baker que hoy no es más que una opción, y no la más probable, de las tres consideradas por la ONU.

Aun mostrándose abierto al diálogo sobre este conflicto, Piqué reiteró ayer que la posición española va a seguir siendo la misma: no pronunciarse por ninguna alternativa a priori y apoyar la opción que resulte mayoritaria en el seno de la ONU.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 10 de abril de 2002