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Crónica:

Los españoles siguen en pie

Ballesteros falló el corte el día alterado por la lluvia en que Vijay Singh tomó la delantera

Las vacas enviudan a las cinco, escribió el maestro que se fue. Impepinable. Jack Nicklaus, cadera metálica, espalda arrugada como un acordeón, ya no está para jugar en Augusta. Impepinable. Arnold Palmer, 72 años, la edad de cuatro rondas de golf, el hombre que inventó la mercadotecnia y el tupé, el golfista que ganó las cuatro chaquetas verdes de los años pares (1958, 60, 62 y 64), dejando los impares para Nicklaus y Player, la tercera leyenda, también lo deja. Impepinable. Ayer jugó la última ronda en Augusta. "No quiero recibir una carta diciéndome que no juegue más", dijo. Severiano Ballesteros, cántabro en manga corta bajo el chubasco, se quejó de la humedad, vio que el campo se le hace cada vez más largo ("entre lo que encojo y lo que alargan se me hace enorme", dijo) y acabó sucumbiendo. Sexto año consecutivo sin pasar el corte. Impepinable. Y los jóvenes de 22, como Sergio García, quieren ganar. Impepinable. Pero los veteranos no se dejan. Inevitable.

Cuando Arnold Palmer, reumático, cargado de espaldas, medio swing agachado y a la remanguillé, salió a disputar la última de sus 146 rondas (48 años seguidos), la lluvia que había caído toda la mañana en aguacero constante cesó. Por fin, dijeron a la vez decenas de golfistas enfangados. Ballesteros, por ejemplo. Y Miguel Ángel Jiménez. Sergio García y José María Olazábal, que salieron más tarde al campo, apenas se mojaron, y el segundo ni terminó, porque volvió a llover, pero se encontraron con el escenario ya empapado, con los greens más blandos, y con las calles más largas, dos palos por lo menos, tan húmedas que no permitían que la bola corriera. Y luego había que sacarle las tripas a la pelota con los hierros. En esas condiciones, salvo que te llamaras Vijay Singh, que desarboló el día con su juego largo, preciso y extraordinario en el green (cinco birdies, un eagle, ningún bogey: -9 total) no cabían heroicidades, tocaba agarrarse al campo, salvar el resultado. Algo así hizo Jiménez, que a su ronda inicial de 70 (-2) sumó otra de 71 (-1, tras cuatro birdies y tres bogeys), y se fue tan contento a comer como líder provisional. "He metido buenos putts y eso me ha ayudado, y me ha dado moral", dijo.

En esta jungla, Sergio García, que partió como segundo clasificado tras la primera ronda, con 68 golpes (-4), a un golpe del líder del jueves, Davis Love III, jugó todo el día al límite. O sea, al up and down. Magníficos golpes de salida con el drive, largos y colocados, más errático con los hierros largos, y para terminar, su eficacia probada con el putter. Una historia bonita, o por lo menos funcional, si no fuera porque apenas le dejaba margen de maniobra. Al menor error en uno de sus puntos fuertes, bogey. Y como todos los que juegan al golf saben es imposible mantener un 100% de perfección durante 18 hoyos. En el hoyo 11º, adonde llegó con -5 gracias a un gran birdie (un putt de 12 metros en el cuarto, par 3), la cuerda de García se rompió. Lanzó la bola con el hierro al talud del arroyo, pasado el green. Hizo, como de costumbre un gran up, dejando la bola bien cerca de bandera, pero el down, el putt pasó lamiendo el agujero. Después, peor, agua en el 13º. Otro bogey. Un birdie en el 15º, donde rozó el eagle, le permitió, por lo menos acabar el día al par en los pares 5 (agudo contraste tras su -4 del jueves), y un birdie final en el 18º, donde el hierro sí que acabó en el green, ganar al campo un día más, y afrontar el fin de semana decisivo ahí, agazapado, en la zona caliente.

La lluvia no dejó terminar a todos la jornada. José María Olazábal, por ejemplo, y Tiger Woods, marchaban ambos con -3, como Jiménez, tras el hoyo 10.

Clasificación (jugadores que acabaron la 2ª ronda): 1. Vijay Singh (Islas Fiyi), 135 golpes (-9). 2. Padraig Harrington (Irlanda), Sergio García (España), Ángel Cabrera (Argentina), 139 (-5). 4. Miguel Ángel Jiménez (España), Thomas Bjorn (Dinamarca), Phil Mickelson (EEUU), 141 (-3).

Un Barça-Madrid sobre el 'green'

A 7.000 kilómetros, con seis horas de diferencia, en pleno Masters, también se habla de fútbol, de la Liga de Campeones, del Barça-Madrid. Lo hacen dos forofos de pro. Un culé y un vikingo. Nada más y nada menos que Severiano Ballesteros y Sergio García. Antes de la era Internet y de la globalización, lo primero que preguntaba Ballesteros a los periodistas recién llegados de España era el último resultado del Barça. Y enseguida reclamaba a los catalanes sus diarios para darse un chapuzón azulgrana. Ahora se entera antes, pero sigue igual de enganchado. El martes, a la hora de la siesta en Augusta, se gastó su pasta al teléfono llamando a su hijo Baldomero Javier para que, desde Pedreña, le narrara en directo los últimos minutos del Barça-Panathinaikos. Su vástago, con una ligera vena sádica, le hizo padecer. Después de decirle que el Barça controlaba el partido por 3-1, se inventó un penalti en contra en el último minuto. Seve no se lo podía creer, despotricaba contra el árbitro y sudaba. Así... hasta que el chaval se compadeció de él. Como lleva un mes sin hablarse con García por la renuncia de éste a disputar su Seve's Trophy (Europa continental-Gran Bretaña e Irlanda), Ballesteros no ha podido cruzarse apuestas con el de Castellón, merengue perdido. Pero no por falta de ganas por ambas partes. Porque a García le pierde el Madrid. Estuvo en la cena de celebración de la Liga del año pasado y es buen amigo de algunos jugadores blancos. 'El 1 de mayo estaré, por supuesto, en el Bernabéu', anunció García, que sufrió menos que Ballesteros para enterarse del resultado frente al Bayern: 'Lo daba ESPN 2 y me fui al hotel a verlo. Le dimos una paliza'. Tan contento acabó que no se resistió a la tentación de telefonear a Míchel Salgado y César, un más que aceptable golfista a la vez que buen portero, con un hándicap 10 pese a que no juega torneos, para felicitarlos. 'Estoy seguro de que llegaremos a la final. El Madrid es superior al Barça', concluyó.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 13 de abril de 2002

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