El conflicto de Oriente Próximo desemboca, de nuevo, en una conferencia internacional. El cuarteto compuesto por Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas anunció ayer la convocatoria de una reunión que, de alguna forma, constituirá una prolongación de la Conferencia de Madrid de 1991. No hay fecha, aunque se da por seguro que arrancará en junio; ni lugar, aunque se piensa en una ciudad europea y Madrid figura entre las candidatas; ni participantes definidos. "Lo normal sería comenzar con ministros y congregar a jefes de Estado y de gobierno cuando se hubiera avanzado", comentó el ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Piqué.
El secretario de Estado de EE UU, Colin Powell; los representantes de la política exterior europea, Josep Piqué y Javier Solana; el ministro de Exteriores de Rusia, Igor Ivanov; y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, miembros de un cuarteto compuesto en realidad por cinco personas, se reunieron en Washington aprovechando la celebración de la cumbre Estados Unidos-Europa. Y apostaron por convocar una conferencia internacional de paz, como mejor fórmula para obligar a israelíes y palestinos a mantener una negociación.
"En las próximas semanas debemos conseguir que Yasir Arafat reconstruya su aparato de seguridad y combata claramente el terrorismo; enviar ayuda a los palestinos para cubrir sus necesidades básicas; y acordar los detalles de la conferencia de paz", declaró Colin Powell. "Prestaremos la ayuda necesaria para reconstruir lo más esencial de las instituciones e infraestructuras palestinas", añadió, "pero exigiremos a cambio que la Autoridad Palestina se democratice y sea transparente, es decir, evite la corrupción".
Josep Piqué, miembro del cuarteto a causa de la presidencia semestral española en la UE, comentó que la organización y celebración de la cumbre no admitían demora. "La oportunidad es breve; en unas semanas la situación puede ser peor que ahora", dijo. Un portavoz de la Casa Blanca indicó que Estados Unidos prefería que el número de participantes en la conferencia fuera limitado, aunque admitió que habría bastantes: EEUU, por supuesto, la UE, Rusia, los principales países árabes encabezados por Arabia Saudí, y las delegaciones israelí y palestina.
"La conferencia no puede partir de cero", dijo Piqué. "Hay que trabajar sobre lo que ya se tiene: las resoluciones de la ONU, los acuerdos de Oslo, la Conferencia de Madrid y la propuesta de paz formulada por Arabia Saudí. La propuesta saudí constituye una ventaja que no existía diez años atrás en Madrid, porque, por primera vez, los países árabes se comprometen en bloque a respetar un acuerdo y a reconocer totalmente la existencia de Israel".
El ministro espeñol señaló que Madrid debía incluirse entre las posibles sedes. "De hecho, la Conferencia de Madrid no se clausuró formalmente", comentó, "y se podría trabajar como prolongación de aquel encuentro". Otras fuentes de la Administración española dijeron, sin embargo, que la conferencia parece demasiado inminente como para hacer posible alojarla en Madrid.
La Casa Blanca se mostraba, hasta el miércoles, poco interesada en convocar ya la conferencia sobre Oriente Próximo. Europeos y rusos, con la aquiescencia del secretario general de la ONU, pensaban en cambio que sólo un tirón avalado por la comunidad internacional podía desbloquear la situación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de mayo de 2002