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ELECCIONES PRESIDENCIALES EN FRANCIA

El arrollador triunfo de Chirac cierra el paso a la ultraderecha en Francia

El presidente logra 19 millones de votos más que en la primera vuelta con apoyo de la izquierda

Francia despertó ayer del mal sueño vivido en los últimos 15 días y ofreció una victoria arrolladora a Jacques Chirac, que fue reelegido con el 82,06% de los sufragios, frente al ultraderechista Jean-Marie Le Pen (17,94%), el porcentaje más alto conseguido por un presidente de la V República. Un voto de rechazo a la extrema derecha que permite a Chirac beneficiarse de una inmensa cantidad de sufragios prestados por la izquierda, desmovilizada y dispersa 15 días atrás. Le Pen, aunque derrotado de forma contundente respecto a sus aspiraciones personales, aumenta en casi 700.000 votos.

El nuevo líder socialista llama 'a la unión de la izquierda como condición para el éxito'

Chirac: 'Muchos habéis expresado una fuerte necesidad de renovación'

Al experimentar este incremento de sufragios sobre los que obtuvo en la primera vuelta, el líder del Frente Nacional mantiene las esperanzas de su partido para las legislativas de junio, con votaciones que rozaron el 30% en algunos de sus bastiones de la Costa Azul.

El presidente reelegido obtuvo ayer unos 25 millones de votos, 19 millones más de los que logró por sí mismo en la primera vuelta de las presidenciales, según los resultados, aún provisionales. Se trata de un referéndum aplastante por parte de todos los que consideran a Chirac el símbolo de los valores de la República y gracias a una movilización popular que elevó la participación por encima del 80%, aproximadamente ocho puntos más que hace 15 días.

La derecha espera convertir la reelección de su jefe de filas en una palanca para ganar las elecciones legislativas de junio, que se transforman en la tercera y definitiva vuelta del largo proceso electoral iniciado el 21 de abril.

El presidente electo lo dejó claro desde su primera declaración: agradeció los votos de todos, pero recordó que nombrará de inmediato un Gobierno encargado de "restablecer la autoridad del Estado", "hacer retroceder la inseguridad ciudadana", "reconocer el trabajo y el mérito" y "bajar los impuestos y cargas sociales", esto es, el programa con el que se presentó a la primera vuelta. Un guiño a su electorado propio y una manifestación de firmeza en el intento de convertir en voto político lo que ayer fue un plebiscito a favor de la democracia.

La victoria de Chirac se ha visto claramente favorecida por el pánico de los demócratas hacia un ultraderechista que reveló su intención de sacar a Francia de la Unión Europea, organizar campos de internamiento para inmigrantes o meterles en trenes con destino al Reino Unido.

Pero el respaldo a Chirac está lejos de implicar un auténtico voto a su favor: el 49% de los franceses confía en el presidente reelegido "para enfrentarse a los principales problemas que se plantean a Francia", frente a un 48% que no confía en él, según un sondeo del Instituto Ipsos difundido ayer.

"¿Cómo evitar un quinquenio de cinco semanas?", se preguntaba un analista electoral, ante las dificultades que aguardan aún al presidente electo. La reelección masiva del presidente no le permite reivindicar una mayoría clara para gobernar. El propio Chirac reconoció la objetividad de los datos cuando nada más saberse vencedor afirmó: "Muchos de vosotros habéis expresado una fuerte necesidad de renovación de nuestra democracia. Ese mensaje lo he oído y lo he entendido".

Después de tres cohabitaciones, Chirac recupera todos los poderes y los ejercerá a través del nuevo Gobierno, con el que tratará de ganar las legislativas y sortear el riesgo de una cuarta cohabitación. La ecuación es simple: la extrema derecha parece en condiciones de pasar a la segunda vuelta aproximadamente en la mitad de las 577 circunscripciones electorales. Aunque, Le Pen consiguió ayer la suma de los votos que lograron él y el otro caudillo de la extrema derecha, Bruno Mégret, en la primera vuelta del 21 de abril; pero éste último ya ha anticipado que no apoyará a Le Pen en las legislativas.

Con estos datos, dos sondeos difundidos anoche afirman que el partido de Le Pen sólo podrá obtener entre uno y tres escaños (no tenía ninguno), pero quedará en condiciones de arbitrar otros muchos. La ultraderecha conserva su voto en las circunscripciones del norte y el este de Francia, y en uno de los dos departamentos de Córcega supera el 22%.

De ahí los esfuerzos desplegados por Jacques Chirac y sus lugartenientes para forzar la presentación de candidaturas únicas de centro-derecha en todas las circunscripciones, y la rapidez con que la dirigente socialista Martine Aubry pidió anoche a Chirac "un compromiso claro de que no habrá pactos, mañana ni pasado mañana, con Le Pen, sus ideas ni sus gentes".

Un sondeo del Instituto CSA considera a la derecha en condiciones de obtener la mayoría de la futura Asamblea Nacional. El neogaullista Nicolás Sarzoky, uno de los candidatos a jefe de Gobierno, urgió anoche a los franceses a que "den una mayoría de acción al presidente que han escogido". El liberal Jean-Pierre Raffarin, otro "primer ministrable", mostró su espíritu más conciliador, destacando la emoción que sentía ante una votación que "rejuvenece la República" e implica "una responsabilidad muy dura" para el presidente electo.

François Fillon, neogaullista, presente también en las quinielas de posibles jefes de Gobierno, aseguró que el nuevo Gabinete "aplicará las propuestas del presidente de la República, pero integrándoles en el espíritu republicano" manifestado en las urnas.

La izquierda también ha hecho sus cuentas: si los partidos que constituyeron la fenecida "izquierda plural" -Socialista, Comunista, Los Verdes, Radical de Izquierda- se presentan por separado, se arriesgan a quedar eliminados desde la primera vuelta de las legislativas en unas 200 circunscripciones. Esta certidumbre acelera las negociaciones para organizar candidaturas conjuntas de la izquierda, que en estos momentos se extienden también al partido de Jean-Pierre Chevènement, cuya ruptura con Lionel Jospin, en el año 2000, se ha revelado decisiva en el fracaso cosechado por la izquierda el 21 de abril.

Todos sus líderes recordaron ayer a Jacques Chirac que no puede vanagloriarse de un triunfo personal. "La izquierda ha cumplido con su deber más allá de toda duda, a pesar de la inmensa decepción de no haber podido llevar a su candidato a la segunda vuelta", dijo el primer secretario de los socialistas, François Hollande, en referencia a Jospin, el hombre que permaneció totalmente ausente de la jornada electoral y que delegó su voto en otra persona.

"Los socialistas no se han equivocado de combate", subrayó Hollande, quien calificó lo sucedido ayer de "referéndum por los valores de la República" y llamó a la unión de la izquierda. "Chirac no ha sido elegido sobre un programa, sino con un mandato sencillo: hacer vivir la democracia plenamente. Lo esencial es que los franceses decidan, en las elecciones legislativas, cual es el sentido y el contenido de la política de la nación para los cinco próximos años".

Hollande recordó que, más allá del rechazo a la ultraderecha, se requiere "una política a la altura del acontecimiento". Desde los comunistas y Los Verdes a Chevènement, todos recordaron a Chirac que debe su gran victoria a los votos prestados.

La democracia francesa se salvó ayer, pero el pueblo no ha dicho su última palabra. Chirac tiene ahora la oportunidad de crear una dinámica de triunfo durante las semanas que faltan hasta las legislativas, mientras la izquierda, rehecha a partir de las movilizaciones populares del Primero de Mayo, no lo da todo por perdido. La batalla por conseguir una mayoría parlamentaria está lanzada y todo apunta a un nuevo enfrentamiento izquierda-derecha, con la ultraderecha incrustrada en el sistema político francés y contenida sólo gracias a una movilización sin precedentes.

Los centristas, requeridos con fuerza por los lugartenientes de Chirac para integrarse en la nueva "mayoría presidencial", analizaron la situación con prudencia. François Bayrou, jefe de filas de UDF, destacó más la idea de "plebiscito por la República" en la votación de ayer, que la de éxito personal de Jacques Chirac. Sin cerrar la puerta a a la operación en marcha para unir a todo el centro-derecha, Bayrou insistió en sus condiciones de siempre: "No habrá unión más que si unos y otros se respetan". Y remachó: "Francia será gobernable si cada uno ocupa su lugar, en la medida de su identidad".

Entre la lectura interna de los resultados electorales y el suspiro de alivio de los Gobiernos de los países occidentales -empezando por el de Washington- cabe añadir que los incidentes electorales de la jornada francesa se redujeron al mínimo. Los sufragios con los que fue elegido Chirac se produjeron de la manera más seria, sin que casos aislados, como la instalación en Villemagme (220 habitantes) de un pediluvio en el que "desinfectarse" a la salida de la urna, hayan sobrepasado la mera anécdota.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 6 de mayo de 2002