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Un furgón policial recibe dos disparos en Cibeles

Graves incidentes tras la final, que se saldaron con 35 contusionados y cuatro detenidos

Dos disparos impactaron anoche en el portón trasero de una furgoneta policial cerca de Cibeles, donde se produjo una batalla campal entre los antidisturbios y un numeroso grupo de radicales. La celebración del título conseguido por el Madrid acabó entre cargas policiales y miles de seguidores huyendo de la zona. Hasta la 1.30 habían sido atendidos 35 heridos, todos leves. La policía tuvo que proteger el hospital de campaña del Samur, que fue objeto de una lluvia de piedras.

Como en las dos últimas celebraciones, los aficionados más agresivos del Real Madrid volvieron a teñir de violencia lo que debía ser la fiesta por la conquista de la novena Copa de Europa. En una noche que miles de madrileños esperaban fuese de alegría, de nuevo unos pocos estropearon la fiesta. Alrededor de las 23.45 de la noche comenzaron a volar botellas, latas, incluso piedras y adoquines. Durante 20 minutos los policías apostados alrededor de la Cibeles mantuvieron la calma, mientras eran atacados desde diversos frentes por grupos de chicos, algunos de ellos sorprendentemente jóvenes.

Hacia las 24.30 las botellas se convirtieron en cohetes de fuegos artificiales lanzados a ras de suelo y en señales de tráfico arrancadas y arrojadas contra los agentes. Uno de los cohetes fue a impactar contra el pie de uno de los policías.

Uno de los furgones del Cuerpo Nacional de Policía fue alcanzado en su portón trasero por dos impactos de bala. Los agentes se dieron cuenta del hecho cuando circulaban por las proximidades de la Glorieta de Atocha, aunque no saben si los disparos se produjeron en ese punto. Al ser un furgón blindado, los proyectiles hicieron dos agujeros en la chapa, pero no llegaron a atravesarla. Los ocupantes del vehículo no pueden precisar en qué momento ni en qué lugar se produjeron los disparos, dado que también fueron alcanzados por todo tipo de objetos durante su actuación.

La primera carga policial contra los violentos, muchos de ellos con la habitual parafernalia de los ultra sur se produjo en el paseo del Prado, mientras cientos de pacíficos aficionados corrían a resguardarse en las bocas del metro, donde también encontraron cobijo algunos de los alborotadores, que poco después volvieron a salir a la calle para continuar hostigando a las fuerzas de seguridad.

Los botes de humo y las pelotas de goma lanzadas por los policías volaron al menos hasta la una y media de la madrugada. La batalla se trasladó incluso a las calles adyacentes a la Cibeles. Algunos asustados turistas se asomaban a las ventanas de sus hoteles para contemplar el triste espectáculo. Y en medio de la refriega surgían algunos tambores alrededor de los cuales los aficionados más pacíficos comenzaban un baile, en un intento de apaciguar los ánimos. Sin embargo, la violencia tomó de nuevo el mando y la policía volvió a cargar.

Según fuentes del Samur-Protección Civil, sus servicios atendieron a 35 personas, entre ellas nueve policías nacionales. Uno de estos últimos fue alcanzado en la clavícula por una de las muchas piedras que les lanzaron los causantes de los incidentes.

En la zona de Colón un chico recibió el impacto de un objeto en la rodilla. Según algunos testigos, tras caer al suelo el joven fue atropellado por un turismo.

Un cámara de la CNN+ resultó agredido en los primeros momentos de la batalla y sufrió la rotura de un diente. Los insultos contra los periodistas -"comemierdas"- fueron constantes.

La celebración comenzó de forma alegre y pacífica. Alrededor de las once de la noche eran miles los madrileños abarrotaban ya la plaza de la Cibeles, la policía calcula que acudieron a la zona unos 300.000 aficionados, a pesar de que la diosa estaba fuertemente protegida: dos filas de vallas y un cordón policial rodeaban a la estatua, en previsión de lo que luego ocurrió.

Los sucesos se saldaron con la detención de cuatro individuos por atentado a agente de la autoridad, según fuentes policiales. Los agentes comenzaron a actuar cuando sobre los que protegían la estuatua comenzaron a llover todo tipo de objetos.

La operación estuvo en todo momento supervisada por el delegado del Gobierno de Madrid, Francisco Javier Ansuátegui, y el jefe superior de Policía, Juan Bautista Zurera.

Hasta que comenzaron los disturbios todo era fiesta. Sin embargo, los gritos de "polaco el que no bote", no faltaron a lo largo de la noche.

Zidane y Casillas fueron los reyes de la noche. Sus nombres fueron coreados durante largos minutos por las decenas de miles de madridistas. No faltaron tampoco los recordatorios de que el año que viene se espera la décima. Pero los ultras reventaron la fiesta.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de mayo de 2002