Mucha tranquilidad y cierto despiste caracterizaron ayer a los votantes de Rotterdam, la ciudad de Pim Fortuyn, cuyos habitantes votaron en masa (70%). Un 29,6% respaldó al partido del líder asesinado, convirtiendo la Lista Pim Fortuyn en el grupo más votado de la mayor urbe holandesa (600.000 habitantes). El primer asesinato político que se recuerda en Holanda desde el siglo XVI ha dejado su huella en el ánimo nacional, y durante la jornada reinó un pesado silencio, frente a las animadas charlas políticas de los últimos días. El Ayuntamiento piensa ya en erigir un monumento al político populista.
En el distrito 161 de la ciudad portuaria, el de Fortuyn, el colegio electoral había sido instalado en el centro educativo estatal Montessori. El mismo lugar fue utilizado para las municipales del pasado 6 de marzo, ganadas por el líder asesinado. Aquel día, el patio escolar estaba lleno. Había además varios policías encargados de vigilar los movimientos de seguidores y contrarios del político, así como a los muchos periodistas que le filmaban sin cesar. Ayer sólo montaban guardia dos agentes remitidos por el Consistorio "por si acaso", ya que la casa de Fortuyn está muy cerca.
Votantes autóctonos y procedentes de minorías étnicas acudieron primero en escaso número y con más entusiasmo a medida que avanzaba la mañana. Muy pocos dejaban traslucir sus emociones al entrar, tal vez porque, como admitían, no sabían bien a quién elegir. "No sé lo que haré. Voy a decidirlo sobre la marcha", decía Mohamed, originario de Marruecos, que lleva más de dos décadas en Holanda. Más sonriente a la salida, prefirió no desvelar su voto.
La misma actitud entre amable y distante tenía una madre de familia también musulmana tocada con un velo. "Suelo votar a la izquierda y hoy haré lo mismo. Es todo lo que voy a decirle", aseguró antes de introducirse en la escuela sin dar su nombre.
"¡Pim Fortuyn, claro! Ya está bien de hablar y no hacer nada", clamó bien alto al rato un corpulento holandés que se llamaba Henk. Otros electores, autóctonos y de comunidades inmigrantes, repetían el nombre del político asesinado y no el de su partido, Lista Pim Fortuyn, cuando se les preguntaba por su sufragio. Tal era la convicción de este grupo, que no les parecía extraño votar a un cadáver que bien poco podrá hacer por ellos. "Pim Fortuyn", dijo Ilse al abandonar el local con una media sonrisa.
Ya fuera por cabezonería, inercia o bien por un deseo irreprimible de sacudir a la clase política holandesa, los votantes de Fortuyn en este colegio estaban seguros de que el partido atendería sus necesidades. Ninguno compartía los temores del primer ministro, Wim Kok, que veía en la falta de experiencia de la formación un factor capaz de desestabilizar a la sociedad en su conjunto.
Dicho recelo fue mantenido hasta el final por el mandatario, que acudió incluso a primera hora de la mañana a la televisión nacional para hablar de su legado político, de lo ocurrido en las últimas semanas y de lo que suponían estas elecciones para Holanda. Pocos minutos antes de que abrieran los colegios electorales a las siete y media de la mañana, su presencia en los desayunos de la cadena estatal denotaba la gran preocupación que le producía abandonar la política en un momento tan lamentable. Sin posibilidad de frenar ya el posible peso de la Lista Pim Fortuyn y el voto emotivo confirmado por muchos de los electores del partido en Rotterdam, Kok no pudo evitar mostrarse de nuevo como la conciencia nacional.
Sin necesidad de que les recordaran sus deberes, el otro grupo significativo de electores en el distrito 161 de Rotterdam lo formaban ciudadanos con el voto tan claro que entraban voceándolo. "Siempre he votado al VVD ", aseguraba Tiny, una anciana que acudió en bicicleta. "Creo que será Groen Links (Verdes de Izquierda). A ver si entra en el Gobierno alguien con interés por el medio ambiente", dijo a la carrera un joven con aspecto de votar por primera vez. "Rob. Me llamo Rob", anunció poco antes de marchar.
Mientras los electores depositaban sus votos a unos pasos de la casa de Fortuyn, en la plaza G. W. Burgerplein, su familia anunciaba que pensaba lanzar mañana a las aguas del río Mosa buena parte de las flores dejadas en su recuerdo. La ceremonia tendrá lugar bajo en puente de Erasmo y desde el barco Nieuwe Maze, propiedad del Ayuntamiento de Rotterdam. Luego habrá que buscarle un destino concreto a los ositos de peluche, botellas de licor y puros, el tabaco favorito del líder ultraconservador, dejados asimismo junto a su domicilio.
El Consistorio desea erigir un monumento más duradero a la memoria del fallecido en la plaza de su domicilio, aunque no ha decidido todavía su forma. También recopilará los mejores poemas y frases estampadas en el libro de condolencias abierto tras la muerte del político. En otra plaza, Hofplein, en el centro de la ciudad, apareció ayer un cartel que rezaba: "Plaza Pim Fortuyn", una sugerencia que no ha recibido respuesta oficial.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de mayo de 2002