Pim Fortuyn, de 54 años, el líder de la derecha populista surgida este año en Holanda, fue asesinado ayer en Hilversum tras conceder una entrevista a la radio holandesa. Un pistolero se le acercó en el aparcamiento donde había dejado su coche y le descerrajó seis tiros que le alcanzaron en la cabeza, el cuello y el tórax. La policía detuvo al supuesto asesino, un joven holandés y blanco, cuya identidad no facilitó. Los 16 millones de holandeses quedaron conmocionados por el atentado, el primero de estas características en este país. Los partidos suspendieron sus campañas para las elecciones del 15 de mayo, en las que Fortuyn iba a conseguir una veintena de los 150 escaños, según los sondeos.
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El dirigente holandés, herido de muerte, quedó tendido en el suelo en medio de un gran charco de sangre. Durante cerca de una hora, varios médicos intentaron infructuosamente reanimarle. Inmediatamente, la policía cercó la Ciudad de la Imagen, el complejo de emisoras de radio y televisión en el que se produjo el atentado hacia las seis de la tarde, mientras helicópteros sobrevolaban la zona. Ese centro, a una veintena de kilómetros al sureste de Amsterdam, es un recinto cerrado con controles de acceso.
El asesinato se cometió ante tres testigos que se encontraban en el aparcamiento en el momento del atentado: uno de ellos, el chófer de Fortuyn, intentó retener al asesino. Otro, un periodista de televisión, aseguró que el asesino era un joven que llevaba una gorra de béisbol. Anoche la policía confirmó la detención de un holandés joven, de raza blanca, cuya identidad no desveló y que consideró como principal sospechoso del crimen.
Fortuyn no contaba con protección o escolta porque, como comentó recientemente a la televisión pública holandesa, su partido aún era muy joven y no disponía de una infraestructura o de medios adecuados. Sin embargo, denunció públicamente que había recibido varias amenazas telefónicas y que lo había comunicado a la policía. Su abogado afirmó ayer que había pedido protección policial. Harry Mens, amigo del asesinado, contó a la televisión pública NOS que Fortuyn le dijo ayer por la mañana que acababa de recibir más amenazas por teléfono. Le aseguró que se tomaba tan en serio esas llamadas que no pensaba regresar a su casa de Rotterdam y que planeaba trasladarse a un hotel.
Su fama saltó a la prensa internacional el 6 de marzo pasado cuando, en su primera participación electoral, logró el 30% de los votos en las municipales de Rotterdam, donde controlaba 17 escaños. Ahora, con la formación denominada La Lista de Fortuyn, estaba en plena campaña para las legislativas. Algunos de sus mensajes, como "Holanda está llena", calaron hondo en una parte de la población, mientras otros líderes lo tildaban de ultraderechista y xenófobo.
Él mismo, sin embargo, hizo hincapié en sus últimas comparecencias en que estaba "harto" de que lo compararan, por ejemplo, con el ultra francés Jean-Marie Le Pen, a quien acusó de ser "antisemita". Por el contrario, Fortuyn afirmó que él apoyaba a Israel pero que el mundo y la cultura islámicas estaban "atrasados", como se podía comprobar por los avances tecnológicos de las últimas décadas. Cientos de sus seguidores se concentraron anoche ante el Parlamento en La Haya para protestar por el crimen.
El asesinato, en medio de la creciente preocupación europea por el auge de la ultraderecha, causó una enorme conmoción en Holanda, donde jamás había ocurrido algo semejante. El primer ministro en funciones, Wim Kok, del Partido Socialdemócrata (PVDA), pidió "calma" en un mensaje dirigido al país porque, como añadió, será "el mejor servicio a favor de nuestro Estado de derecho y de la democracia". Kok, que se refirió al suceso como "una tragedia", señaló que, en un país como Holanda, las diferencias políticas "se pueden dirimir con palabras, pero no con balas".
"Tras lo ocurrido es imposible continuar con nuestra campaña", declaró a la televisión holandesa NOS el jefe del partido liberal VVD, Hans Kijkstal. "Esto es un punto de inflexión en la historia política holandesa. Estoy aterrado", dijo Paul Rosenmoeller, dirigente del partido ecologista Groen Links (Izquierda Verde). "Es inquietante. Es incomprensible que esto ocurra en nuestra democracia", declaró también a la televisión el presidente del partido PVDA, Ad Melkert. "Holanda ha perdido su inocencia", añadió. Desde Bélgica, Frank Vanhecke, líder del ultraderechista y xenófobo Vlaams Blok, aseguró que se encontraba "afectado, pero no sorprendido", porque son muchos los dirigentes políticos que, en su opinión, lanzan continuamente mensajes de "odio y violencia" contra partidos como el suyo. También en Bruselas el secretario general de la UE, Javier Solana, calificó el hecho de "terrible".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de mayo de 2002