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EE UU crea un 'superministerio' para coordinar la lucha contra el terrorismo

Más de 169.000 agentes coordinarán sus actividades "en la mayor lucha contra el terrorismo"

La Casa Blanca anunció ayer "la reorganización gubernamental más importante de los últimos 50 años" y la creación de un nuevo Departamento del Gobierno cuyo titular será responsable de la lucha antiterrorista y de la coordinación entre el FBI, la CIA y otros organismos federales de seguridad, con un total de 169.000 personas a sus órdenes. La ampliación del Gobierno debe poner fin a la inoperancia del zar de la seguridad, Tom Ridge, nombrado tras el 11-S y abandonado desde entonces en un despacho, sin presupuesto ni autoridad.

George W. Bush ha asumido que el goteo de revelaciones puede causarle un grave daño político. El Congreso llevaba meses presionando a Bush para que modificara la situación del zar de la seguridad, en un sentido u otro: acabando con el puesto o elevándolo a rango ministerial. Tom Ridge fue nombrado coordinador de la lucha antiterrorista en octubre pasado, con gran pompa y promesas de extrema eficacia. Pero, en la práctica, Ridge no era más que un asesor más del presidente, con un equipo de sólo siete personas y sin presupuesto propio. Ridge, por estar fuera del organigrama institucional, no estaba obligado a comparecer ante las comisiones parlamentarias, y eso irritaba a los congresistas.

Ayer, en una jornada crítica de la investigación del Congreso sobre los fallos de seguridad previos al 11-S, Bush tomó la iniciativa y anunció por televisión una reforma de gran alcance, que revolucionará el funcionamiento del espionaje estadounidense y requerirá la aprobación de ambas Cámaras para ponerse en práctica, con suerte, antes de fin de año. Tras reconocer que no se hizo el suficiente caso a los avisos sobre posibles acciones terroristas que hicieron varios agentes del FBI, el presidente lanzó su propuesta: "Pido al Congreso que se una a mí para crear un departamento único con una misión urgente y primordial: la seguridad de la patria y la protección del pueblo americano".

Bush aseguró que en el nuevo ministerio -llamado Departamento de Seguridad Interior- también estarán implicados otros cuerpos y agencias de seguridad estadounidenses, como la Patrulla de Fronteras, los guardacostas, la policía de aduanas, agentes de inmigración, transportes y el Servicio Secreto. En total 169.000 personas con un presupuesto de 37.000 millones de dólares. "Es una lucha titánica contra el terror", destacó el presidente. Además habrá un comité científico encargado de evaluar amenazas nucleares, químicas y bacteriológicas con EE UU.

Diversas fuentes reconocieron que Bush intentaba protegerse de la acumulación de revelaciones sobre la inoperancia de la CIA y del FBI, y en último extremo de su propia responsabilidad en los hechos, como jefe supremo de las agencias, cuando semanas antes de los atentados empezaron a detectarse señales de riesgo a las que nadie hizo caso.

Publicidad negativa

Una fuente cercana al presidente explicó a la agencia Associated Press que la decisión sobre la reforma del Gobierno estaba prevista para octubre o noviembre, pero se había adelantado para "contrarrestar la publicidad negativa" generada por el trabajo de los comités parlamentarios.

El director del FBI, Robert Mueller, compareció ayer ante el Comité Judicial del Senado y admitió que la estructura de la agencia era "inadecuada" para la lucha antiterrorista. Mueller accedió al cargo una semana antes del 11-S y, por tanto, nunca ha sido culpado de la cadena de negligencias ocurrida el verano pasado: la central del FBI rechazó que se analizara el ordenador de Zacarias Moussaoui, detenido en agosto, lo que habría bastado para descubrir que Al Qaeda pensaba utilizar aviones como proyectiles contra objetivos estadounidenses; e hizo caso omiso de un informe de la oficina de Arizona sobre la presencia de posibles terroristas en escuelas de vuelo.

Mueller, que anunció la semana pasada una reorganización radical del FBI, reconoció que nada había funcionado bien. Y trazó un dibujo muy crítico sobre la situación actual de la agencia: se tardará al menos otro año en disponer de un sistema informático decente, comparable al de cualquier universidad, y hará falta contratar al menos 1.000 agentes adicionales (ahora hay casi 12.000) para cubrir misiones básicas, como la vigilancia de personas sospechosas. Bush afirmó el martes que aun utilizando todos los datos disponibles no se habrían podido evitar los ataques; Mueller, ayer, no fue tan tajante e indicó que tal vez sí hubiera sido posible, aunque nunca se sabría con certeza. Ningún senador responsabilizó a Mueller por la desidia previa al 11-S. Pero la comisión podría acabar culpándole de contribuir al intento gubernamental, encabezado por el vicepresidente, Dick Cheney, de encubrir los fallos del FBI y la CIA.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de junio de 2002