"Levantar un puente entre las dos orillas", aconsejan los jesuitas en su revista Razón y Fe. Se refieren a los terribles sufrimientos que soportan muchos enfermos ya terminales y, enfrente, la doctrina de una Iglesia católica intransigente y radical contra la eutanasia. La Compañía de Jesús, en la vanguardia eclesiástica, abre el debate sin complejos con el argumento de que no siempre lo legal y despenalizado tiene que coincidir con la ética cristiana.
La Compañía de Jesús cree que hablar de la vida como algo absoluto no es del todo ajustado, y no encuentra razones definitivas que impidan acudir a la eutanasia activa a un enfermo cuya vida, a juicio de los médicos, no tiene futuro y está expuesta a muy fuertes sufrimientos. El miércoles pasado la Comisión de Sanidad del Congreso aprobó una ley que permite a los enfermos rechazar que se alargue artificialmente su vida, a través de un testamento de voluntades anticipadas. Ningún grupo político defendió allí la necesidad de legalizar la eutanasia, a pesar de que este es un debate muy arraigado en la sociedad y, también, entre la clase médica.
El editorial del último número de Razón y Fe, fundada en 1901 dentro de la red de revistas de cultura publicadas por los jesuitas en Europa, se pronuncia sobre el derecho a morir con dignidad, para "levantar un puente" entre los sufrimientos sin medida y sin salida de las personas en su tramo final y la doctrina que para estos casos presenta la Iglesia. La información la facilitó ayer la agencia de noticias IVICON, de la Conferencia Española de Religiosos (Confer).
"No llegamos a encontrar razones definitivas que impidan a una persona, cuya vida a juicio de los médicos no tiene futuro y está expuesta a la amenaza de muy fuertes dolores, acudir a la eutanasia directa, que debería estar regulada con precisión y rodeada por serias garantías legales", dice Razón y Fe. El editorial hace referencia a la "sensibilidad europea creciente", al comentar, entre otros, el caso de la legalización de la eutanasia en Holanda, en determinados supuestos. Y señala: "En la evolución moderna de la conciencia se va abriendo paso la exigencia del respeto a la vida, pero también a la muerte y que por ello se reconozca el derecho a la eutanasia, a disponer de la propia vida y señalar cuándo, con asesoramiento médico y con garantías, se pueda salir de este mundo ...hacia donde sea, hacia Dios, el más allá o la nada".
La Iglesia católica rechaza con energía la eutanasia por "inmoral y antisocial", pero Razón y Fe advierte de que, "si desde la cima de este principio general [de la Iglesia] iniciamos el descenso a casos particulares se abren algunos senderos no siempre coincidentes". "La afirmación del principio general de la 'intocabilidad de la vida', ¿está directamente extraída de la revelación cristiana o es una conclusión filosófica? ¿Cómo se explica que la Iglesia haya tolerado hasta época muy reciente la licitud de la pena de muerte? ¿Cómo enjuiciar casos en los que una persona, con admirable generosidad, haya ofrecido su vida a favor de otro?", se preguntan los editorialistas de Razón y Fe.
"Espesísimos tratados"
Sostiene la Iglesia católica que ninguna autoridad puede autorizar [ni menos imponer] la supresión de la vida, sea un embrión, un feto o un enfermo incurable, y que nadie puede pedir para sí o para un familiar una acción semejante.
Frente a esa postura eclesiástica tradicional, Razón y Fe responde: "Para aquellos que no crean en un Dios trascendente ni en el más allá, ¿tenemos los creyentes a mano, aunque acudamos a espesísimos tratados filosóficos, alguna razón apodíctica que haga inevitablemente condenable la actitud de aquellas personas que en libertad decidan poner fin a sus tormentos cuando se encuentran ya atrapadas en un corredor sin salida?".
"Los creyentes de una determinada convicción religiosa deberán recordar con lucidez que la despenalización de algunos supuestos de eutanasia en ningún modo equivale a recomendarlos o bendecirlos éticamente para todas y cada una de las confesiones religiosas", añade.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de junio de 2002