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Bush: 'No daremos dinero a una sociedad palestina que es corrupta y no transparente'

Canadá rechaza que el plan del presidente de EE UU protagonice la cumbre del G-8

El presidente de EE UU, George W. Bush, se empeñó ayer en llevar al centro de la cumbre del G-8 su plan para Oriente Próximo, apoyándolo en una serie de declaraciones provocativas con las que vino a culpar al presidente de la Autoridad Palestina, Yasir Arafat, de la tragedia que vive su pueblo. También amenazó con cortar toda la ayuda económica a los palestinos. La mayoría de los ocho líderes restantes, entre los que se encuentra José María Aznar, como presidente de la Unión Europea, muestra escepticismo sobre la exigencia de Bush de que Arafat sea relevado.

Los palestinos "están siendo utilizados como peones. Su economía está hundida y viven en ruinas. Su liderazgo les ha fallado", dijo a la prensa el presidente estadounidense mientras se hacía la foto de familia con los demás líderes. "Es una situación inaceptable, y no debería ser aceptada por los propios palestinos", añadió.

"Lo que los palestinos necesitan es liderazgo, un liderazgo electo", prosiguió Bush, apenas 48 horas después de hacer pública en Washington su exigencia de relevo de Arafat como condición para dar luz verde a la creación de un Estado palestino en un plazo de entre año y medio y tres años. La elocuencia presidencial no se detuvo ahí. "Tengo confianza en que los palestinos, cuando entiendan plenamente lo que decimos, tomen las decisiones adecuadas. Puedo asegurarles que no daremos dinero a una sociedad que es corrupta y no transparente, y sospecho que otros países harán lo mismo", comentó el presidente de EE UU a los periodistas.

El principal y casi exclusivo sostén económico de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), bloqueada por Israel desde el punto de vista financiero, es la Unión Europea, cuyos miembros presentes en esta cumbre siguen distanciándose de la actitud del norteamericano frente a Arafat. No obstante, la UE expresó el martes una satisfacción básica con el plan de Bush y los gestos de escepticismo europeo manifestados en la reunión de Kananaskis resultan tibios, si se tiene en cuenta que los Quince se han ufanado de haber convencido al presidente norteamericano para que aceptara el liderazgo de Arafat pese a las presiones de Israel, según quedó recogido en la reunión constitutiva del llamado "Cuarteto" celebrada en Madrid el pasado mes de abril.

Bush ha cambiado ahora los términos de aquel documento sin consultar formalmente a los demás firmantes -Rusia, la UE y la ONU- que casualmente se encuentran en esta cumbre, ya que Koffi Annan, secretario general de Naciones Unidas, llegó ayer a Kananaskis para participar hoy en los debates sobre África. José María Aznar, pese a ostentar el liderazgo europeo, fue uno de los pocos dirigentes que no hizo declaraciones ni sobre éste ni sobre ningún otro asunto.

El primer ministro británico, Tony Blair, el aliado más firme de Washington, habló, en cambio, lo suficiente como para dar una idea de hacia dónde parece evolucionar la posición europea en este tema. "Corresponde a los palestinos elegir al líder que prefieran. No es cuestión de que vayamos a decirles 'miren, venimos a hacerles sus elecciones", dijo Blair tras reunirse por separado con Bush antes de que comenzara la cumbre. Pero tras marcar esa distancia básica con la posición estadounidense, el premier británico apuntó una línea de convergencia que parece extenderse. "Lo que sí nos corresponde a nosotros es decirles a los palestinos cuáles son las consecuencias de que elijan a gente que no son interlocutores serios en una negociación de paz. Necesitamos un liderazgo con el que poder negociar, que sea serio acerca de la paz y que resista y rechace totalmente el terrorismo".

El presidente del Consejo de Ministros de Italia, Silvio Berlusconi, se manifestó en una línea próxima a ésta al comentar a la prensa que no tiene dudas de que son los palestinos quienes deben elegir su líder, pero que también entiende la queja israelí de que negociar con Arafat es como comprarle a un tendero que luego no te manda nunca el producto. Gerhard Schröder y Jacques Chirac fueron menos explícitos. Sólo el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, parece apoyar el discurso de Bush plenamente.

Si la cumbre de Kananaskis va a significar o no la caída definitiva en desgracia de Arafat por lo que al mundo occidental se refiere, no se sabrá, sin embargo, hasta hoy, ya que los Ocho dejaron el debate sobre Oriente Próximo para la cena, celebrada en la alta madrugada en España. Lo hicieron porque el primer ministro canadiense, Jean Chrétien, escéptico como el que más sobre el rechazo al líder palestino, se declaró decidido a que el plan de Bush, presentado inesperadamente en vísperas de este encuentro, no absorba toda la atención de una cumbre llamada a aprobar un plan para el desarrollo de África.

Chrétien puede estar, al menos, satisfecho de que las protestas callejeras no han desbordado al Gobierno. Unas mil personas se manifestaron ayer pacíficamente entre las seis y las ocho de la mañana en la ciudad de Calgary, donde muchas calles están cortadas y el ruido de aviones y helicópteros es continuo. Los líderes, a 100 kilómetros de distancia en su bucólico refugio de Kananaskis, no pudieron oír sus gritos contra la globalización y la hipocresía hacia el Tercer Mundo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de junio de 2002