La patrullera marroquí que, desde el jueves, se encontraba junto a Perejil para apoyar al destacamento ocupante, no se enfrentó a los militares españoles. Al contrario, se marchó de la zona cuando aparecieron los helicópteros. Un buque de guerra español, que maniobró cerca de la costa, sirvió como señuelo para alejarla.
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Sus comunicaciones fueron interceptadas por los sistemas de escucha de las Fuerzas Armadas españolas. De esta forma se supo que se había puesto en contacto con los servicios de la Marina Real en Tanger, a quienes informó de la "invasión". Sin embargo, para sorpresa de los mandos militares españoles, el jefe de la patrullera no habló de lo que estaba sucediendo en Leila, como conocen los marroquíes el islote, sino en Perejil, como le llaman los españoles.
El desalojo de los marinos marroquíes fue ejecutado por miembros del GOE 3 de Rabassa, entre los que había muchos procedentes de la antigua bandera de operaciones especiales de la Legión.
También intervinieron cinco militares de la Infantería de Marina. Su objetivo era servir como controladores aéreos avanzados, una especialidad de la que carece el Mando de Operaciones Especiales, para guiar a los cazabombarderos F-18 si tenían que intervenir en su apoyo.
Finalmente, no fue necesario, ya que no sólo la patrullera se marchó de la zona, sino que los militares marroquíes que presumiblemente fueron testigos del desalojo desde la costa, a sólo 300 metros de distancia, tampoco intervinieron.
En la base de Morón de la Fontera (Sevilla) permanecieron en alerta cazas F-18 y algunos de ellos realizaron patrullas de vigilancia, según fuentes militares, aunque no se acercaron por la zona. Su misión hubiera consistido en interceptar a algún caza marroquí que amenazase a los españoles e incluso atacar a quien les hubiese hostigado desde tierra.
La perfecta sincronización entre las fuerzas actuantes de los tres ejércitos, coordinadas desde el Estado Mayor de la Defensa, en la madrileña calle de Vitrubio, fue el elemento más destacado por los responsables de Defensa. A su favor pesó el factor sorpresa, pero también la abrumadora superioridad de los medios en juego.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de julio de 2002