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La telefónica WorldCom declara la mayor quiebra de la historia

La empresa ultima un plan financiero para seguir funcionando tras la suspensión de pagos

La telefónica WorldCom decidió ayer declararse en quiebra. La compañía presentará hoy de manera oficial en Nueva York la solicitud de bancarrota, una medida que venía estudiando en los últimos días. Los activos de la telefónica, de unos 100.000 millones de dólares, convierten esta quiebra en la mayor de la historia, por encima de la de Enron, presentada el pasado mes de diciembre, que hasta ahora ostentaba el récord con 63.000 millones. WorldCom ultimaba ayer un plan financiero para mantener la compañía operativa tras presentar la solicitud de suspensión de pagos.

"La prioridad es ahora estabilizar la compañía financieramente. No queremos crear un impacto significativo en los empleados y los clientes. Esperamos tener dinero suficiente para salir adelante". Con estas palabras anunció anoche el presidente de WorldCom, John Sidgmore, la decisión de solicitar la quiebra de la compañía, que se hará oficial hoy en Nueva York. Era una medida que se consideraba inminente en los últimos días tras el escándalo financiero que llevó a la empresa, número dos en las telecomunicaciones de larga distancia en Estados Unidos, de la cumbre a la hecatombe, al igual que ocurrió con su antecesora Enron, que hasta ayer tenía el récord económico de una suspensión de pagos.

La compañía se acogerá al capítulo 11 de la ley de quiebras, que permite a una empresa estadounidense seguir funcionando normalmente mientras aborda su reestructuración.

Desde el momento en que a finales del mes pasado WorldCom reconoció haber disfrazado como inversiones 3.800 millones de dólares en gastos operativos, los analistas más agresivos dieron por hecho que la suspensión de pagos era inevitable. La reforma de los números a que obligó el reconocimiento de los 3.800 millones se cerró con pérdidas netas de 1.200 millones y un golpe mortal para la credibilidad de la compañía en un clima financiero plagado de escándalos.

Las fuentes de financiación se secaron de inmediato y los bancos apenas esperaron unos días para declararla en quiebra con respecto a unos créditos de 2.650 millones obtenidos en mayo. Los vendedores comenzaron a reclamar el pago de sus servicios por adelantado.

WorldCom no podía hacer frente a la avalancha y desde entonces ha estado explorando vías de supervivencia. Durante el fin de semana, la compañía y un grupo de tres acreedores (Citigroup, Morgan Chase y GE Capital, la división financiera de General Electric) discutían los últimos detalles de un crédito en torno a los 2.000 millones que dé a la firma una cierta estabilidad financiera en el proceso de la suspensión de pagos. WorldCom tiene una deuda de 30.000 millones, pero estos tres bancos corren escaso riesgo, al garantizarse los pagos con las tarifas que seguirían abonando los clientes de la telefónica.

La suspensión de pagos permitirá a WorldCom seguir ofreciendo servicios a unos 20 millones de abonados y a miles de empresas en Estados Unidos. Tampoco debe afectar al tráfico por Internet, la mitad del cual pasa por sus redes.

"La verdad es que no veo el más mínimo peligro en que las redes dejen de funcionar", dijo la pasada semana John Sidgmore, que sustituyó en abril como primer ejecutivo a Bernard Ebbers, fundador de WorldCom. "Si recurrimos a la suspensión de pagos, estaremos bien financiados y emergeremos por el otro extremo como un negocio fuerte y saneado". Sidgmore ha anunciado que venderá parte de unas 70 firmas adquiridas por Ebbers y se desprenderá de negocios no rentables en América Latina y Asia.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de julio de 2002