Cuando Juan Antonio Bardem (Madrid, 1922) busca dinero para sus múltiples proyectos no lo encuentra. 'Me dicen que no porque no hay travestis agresivos, ni sangre fácil, ni tiros, y que no es comercial', aseguró ayer el cineasta en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander. Allí recibió la medalla de honor de la institución y participó en los martes literarios. Conoce a los culpables de que no pueda rodar su Regreso a la calle mayor ni Ella dijo no: 'Bush, la globalización (que persigue el pensamiento único) y Tarantino y su Pulp Fiction'. '¿Cómo puede gustar eso? Y dicen que hay humor', se afirmó atónito.
Sus dos películas están listas, 'como para empezar a rodar mañana'. La primera es un regreso a su película Calle Mayor a través de sus personajes que, 46 años después, ya no son de ficción. La segunda es la historia de un estudiante (aseguró que algo parecido le ocurrió a él) que se enamora de una chica. Ella, obvio, dice que no, y al jubilarse él contrata un detective para encontrarla.
Son historias que se podrían rodar si en España cundieran ejemplos como el de Francia y su excepción cultural, según Bardem, 'para preservar sus señas de identidad'. O también del Reino Unido, 'que hace películas maravillosas como Billy Elliot y Full Monty porque retratan su realidad'. Del último cine español salva Solas, de Benito Zambrano, y En construcción, de José Luis Guerín.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 31 de julio de 2002