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El militar que hizo pasar por su esposa a su pareja de hecho inicia el arresto de dos meses

El subteniente llama a Trillo "señor feudal" y dice que el Ejército sigue siendo "franquista"

Dos meses y dos días por mentir. Por pedir una residencia para él y su "esposa": la mujer con la que vive hace cinco años, pero con la que no se ha casado. Ésta es la pena que ayer comenzó a cumplir José, un subteniente de 51 años, en un centro militar en Madrid. Pide justicia y sostiene que la mayoría de los altos mandos militares mantienen una "mentalidad arcaica" que les hace defender la "moral tradicional con tinte religioso que aprendieron durante el franquismo". "Y [Federico] Trillo, [ministro de Defensa] que es del Opus Dei, es como un señor feudal".

Todo comenzó el 7 de mayo. El subteniente, José, que no quiere que se conozca su apellido para no dañar a su familia, decidió pasar un fin de semana en Badajoz. Como había hecho otras veces, y es costumbre entre los militares, solicitó quedarse a dormir en la residencia militar de Gravelinas. Pidió una habitación para él y su "mujer". Lo había hecho otras veces, recuerda, en Madrid, en Granada, en Cádiz, en Barcelona... Se la concedieron sin más. Pero cuando llegó a la residencia de Badajoz, el recepcionista le pidió el libro de familia, y ahí comenzó a complicarse la historia.

La que José siempre llama su "mujer" es en realidad su pareja de hecho. Conviven hace cinco años. Ella es viuda y él está separado. Tienen un piso comprado en común y se han dado de alta en el registro de parejas de hecho del Ayuntamiento de Logroño, donde residen, aunque él está destinado en Madrid. Y ése es el papel que exhibió José para demostrar que convive con esa persona, y que, por tanto, tiene derecho a alojarse con ella en una residencia militar. "Es mi mujer. Va conmigo a todas partes. La única diferencia es que no estamos casados como Dios manda, que es lo que ellos pretenden", clama desde el centro militar donde cumple el arresto.

Aunque presentó el papel, no les dejaron dormir en la residencia. Y además a él le abrieron un expediente. "Por hacer peticiones basadas en aseveraciones falsas", esto es, por mentir. El subteniente se quejó en una carta al coronel responsable de la residencia. Y utilizó unos términos durísimos: "La educación castrense proyecta a través de los años mentes esquematizadas, eclipsando la capacidad de pensar y razonar. Estas mentalidades arcaicas confunden cualquier establecimiento militar social con un cuartel, donde estos administradores son los dueños del cortijo". Le ha caído un mes y un día por mentir y otro por "hacer manifestaciones contrarias a la disciplina militar", según reza una nota que Defensa emitió ayer, donde aclara que la sanción es sólo disciplinaria. Total: dos meses y dos días.

Deseos de venganza

José entró ayer en el centro militar del paseo de Extremadura, en Madrid, donde va a pasar los próximos dos meses. Día y noche. "Como en una cárcel". Y estaba muy enfadado. Tanto que, sin pensar en las consecuencias, habló ayer en la Cadena SER de "venganza". Luego tiró directamente contra Trillo: "Es jurídico de la Armada. Viene de una tradición castrense de otros tiempos. Y encima es del Opus Dei. Se juntan esos dos componentes y, claro, defiende que la gente debe casarse como Dios manda. Es lo que ha visto siempre en su casa".

Tanto las Juventudes Socialistas de España (JSE) como IU exigen la inmediata liberación de este militar. Y anuncian que preguntarán a Trillo en el Congreso para que explique este caso que "evidencia que el Ejército es antiguo en sus formas y sufre carencias democráticas", según un comunicado de las JSE.

José insiste en su queja: "Esto no es un caso aislado. Se han dado decenas de circunstancias, y están en los periódicos, que demuestran que el Ejército es una de las pocas estructuras de la sociedad que no ha evolucionado con la democracia. Sigue siendo una organización feudal. Es el ordeno y mando sin dejarte capacidad para pensar. Bien está que sigan teniendo esa moralidad arcaica de Iglesia, matrimonio y demás. Pero es que quieren imponérmela a mí. Y me castigan si no me amoldo a sus ideas".

Desde el centro militar, donde le permiten tener un teléfono móvil, este hombre, que ha dedicado su vida al Ejército -aunque estuvo diez años de excedencia-, reflexiona con rabia sobre los problemas que ve en esta institución. Después de conocer su caso, dice, muchos militares que viven en casas del Ejército y conviven con parejas pero no están casados estarán muy preocupados porque podrían perder su hogar. Añade que la presión a la que se les somete, y los castigos constantes disfrazados de traslados, provocan una ansiedad constante que causa depresiones y problemas psiquiátricos. Y sobre todo deseos de vengar las injusticias de los mandos.

"Yo estoy aquí, con 51 años, privado de libertad durante dos meses, sólo por decir que la persona con la que he convivido durante los últimos cinco años, mi pareja, es mi mujer. Es como para querer venganza, ¿no?".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de agosto de 2002