La búsqueda de Jessica Chapman y Holly Wells, las escolares inglesas desaparecidas el pasado día 4, parecía conducir anoche a un trágico final. La policía escarbaba desde media tarde en una arboleda donde ha acotado dos sectores en los que la tierra ha sido "sospechosamente" removida recientemente.
La zona se encuentra a pocos kilómetros de las residencias de ambas familias en las inmediaciones de Newmarket, adonde, según un testigo, se dirigió el principal sospechoso de la investigación, el conductor de un coche verde metalizado que conducía dando volantazos mientras forcejeaba con dos menores. Se sospecha que eran Jessica y Holly.
Entrada la noche, el área seguía acordonada y continuaba el rastreo en busca de las pequeñas. Especialistas forenses recogían, al mismo tiempo, posibles pruebas. Mientras, una portavoz policial confirmó que, aunque no se descarta que la tierra haya sido removida casualmente, los padres de ambas amigas habían sido advertido de los últimos desarrollos de la investigación y de que debían estar preparados para recibir "noticias potencialmente malas".
El lunes por la noche los padres de Jessica y Holly aún contaban con las suficientes esperanzas de que las niñas siguiesen con vida como para pedir a los secuestradores, en un programa de televisión, que les devolviesen a las pequeñas.
El giro pesimista de la investigación policial, que siempre ha barajado la hipótesis de un secuestro, se ha producido por el testimonio de un informante. Esta persona aseguró haber oído gritos de adolescentes en la arboleda donde ahora se centran las pesquisas cuando, el domingo en que Jessica y Holly desaparecieron, se encontraba por la zona paseando con su perro.
Este nuevo testimonio ha sido considerado por la policía un día después de que la investigación hiciese pública la pista ofrecida por el testimonio de un taxista que situó como principal sospechoso del secuestro al conductor del vehículo verde metalizado.
Una conclusión trágica de la busca de las niñas, inevitablemente, levantará críticas sobre la diligencia del equipo de investigación. Ambos testigos, se pusieron en contacto con la policía a principios de la pasada semana, pero su aparente valiosa información no llegó a ser tratada hasta varios días después. El detective David Hankins, encargado del caso, justificó anoche la demora en la cantidad de llamadas recibidas del público, que se calculan en torno a 7.000.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de agosto de 2002