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Cardoso logra el apoyo de los principales candidatos al pacto del FMI con Brasil

Los aspirantes a la presidencia se comprometen a acatar la disciplina económica

Río de Janeiro

El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, ganó ayer la batalla en su reunión sin precedentes, y de forma sucesiva, con los cuatro candidatos que se disputan su sucesión, tras haber conseguido que los tres principales apoyaran, aunque con matices diferentes, el reciente acuerdo entre el Gobierno brasileño y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que acaba de conceder al país un crédito de 30.500 millones de euros bajo la condición de mantener el superávit fiscal para 2003 en el 3,75% del PIB. Los mercados internacionales tenían sus ojos puestos en dicha cita.

"Estoy satisfecho por el alto nivel de civilización [de las conversaciones]", dijo Cardoso. Afirmó que las reuniones prepararan "una transición tranquila gane quien gane las elecciones". Comentando las críticas que los candidatos de la oposición hicieron a su política, el presidente dijo que la cita no pretendía que renunciaran a sus críticas ni mudaran sus posiciones, sino más bien el que compartieran juntos la responsabilidad de la actual crisis económica.

El candidato socialista y predicador evangélico Anthony Garotinho hizo una dura declcración escrita después de la entrevista. Manifestó que el actual Gobierno "derrotado" quiere "sobrevivir en el futuro Gobierno de oposición imponiendo al futuro presidente las amarras de su política económica controlada desde fuera por el FMI y por la banca mundial". También acusó a Cardoso de pretender "desmoralizar el proceso electoral" y pidió que el acuerdo con el FMI se someta al juicio del Parlamento y de la opinión pública.

Las reuniones se celebraron con puntualidad británica a partir de las doce de la mañana hasta las cuatro de la tarde, según un rígido protocolo para evitar que los candidatos se cruzaran.

Cardoso tenía a su lado al presidente del Banco Central, Arminio Fraga, y al ministro de Hacienda, Pedro Malán. Los candidatos fueron desfilando uno por uno, acompañados por dos de sus asesores económicos, comenzando por el centroizquierdista Ciro Gomes, el más duro contra los acuerdos con el FMI y el más crítico de la actual política económica. Le siguió el candidato de la izquierda, Luiz Inácio Lula da Silva; después entró Garotinho, y, por último, el amigo y candidato de Cardoso, José Serra.

Todos vestidos de traje azul. Todos con caras serias. Todos conscientes de que se trataba de un momento delicado para el país y de que de la reunión podría depender la tranquilidad o intranquilidad de los mercados.

La mayor expectación era con Gomes, el más reacio a celebrar dicha reunión por miedo a que sus electores pudieran verle "cercano a las exigencias del Gobierno". A la salida, tras una hora de reloj, Gomes no quiso dar dar una conferencia de prensa y se limitó a dar la noticia que todos esperaban: había aceptado el acuerdo con el FMI, considerándolo "inevitable" dada la delicada situación del país, pero añadiendo que "lamentaba dicha necesidad". Y quizás lo más importante en el candidato del que algunos temen, si llega a la presidencia, aventuras institucionales, es que Gomes se comprometió a mantener la estabilidad monetaria (el cambio fluctuante), el superávit del PIB en el 3,75% y la austeridad fiscal. Gomes pidió al presidente que le envíe todos los papeles del acuerdo para poder darle por escrito una respuesta definitiva.

Inmediatamente después de Gomes entró Lula, con el semblante más distendido. Se sabía que Lula, aunque crítico con el acuerdo, lo iba a aceptar para no crear problemas al Gobierno en un momento tan delicado para la economía nacional. Lula, a quien acompañaba el presidente de su partido, José Dirceu, aprovechó el encuentro para presentar a Cardoso un documento de propuestas articulado en siete puntos que de haberse cumplido antes, hubiese hecho, a su parecer, innecesario el endeudarse con el Fondo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de agosto de 2002