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HACIA LA ILEGALIZACIÓN DE BATASUNA

Duran y Arzalluz se reunieron en secreto en julio para recomponer las relaciones entre CiU y PNV

Mas acusa al PP y al PSOE de dividir a los demócratas y Piqué achaca 'oportunismo' al grupo catalán

Josep Antoni Duran Lleida y Xabier Arzalluz mantuvieron una reunión secreta a finales de julio en Tudela (Navarra) con el objetivo de recomponer las relaciones entre Convergència i Unió (CiU) y el Partido Nacionalista Vasco (PNV), notablemente maltrechas tras el apoyo de los nacionalistas catalanes a la Ley de Partidos y por su intensa colaboración parlamentaria con el Gobierno del PP. La entrevista logró limar las asperezas entre ambas formaciones que, según convienen sus líderes, sólo favorecen a los populares, con quienes los dirigentes catalanes se enzarzaron ayer a cuenta de la ilegalización de Batasuna.

La reunión del secretario general de CiU y el presidente del PNV dio sus frutos. Prueba de ello ha sido la prudente respuesta con que los dirigentes vascos han acogido la decisión de los catalanes de abstenerse hoy en el pleno del Congreso cuando se vote instar al Gobierno a demandar al Tribunal Supremo la ilegalización de Batasuna.

La relaciones entre ambas fuerzas nacionalistas alcanzaron su punto más crítico a finales de junio, cuando CiU respaldó la Ley de Partidos. El PNV vio en esta actitud un claro signo de "deslealtad" al nacionalismo vasco y de "sumisión" de CiU al PP, del que depende en el Parlamento catalán para sostener al Ejecutivo de Jordi Pujol. El portavoz del PNV en el Congreso, Iñaki Anasagasti, se despachó a gusto entonces con los nacionalistas catalanes, a quienes acusó de "falta de coraje político" y de estar "entregados" al PP. Anasagasti culminó su invectiva calificando a Artur Mas, candidato de CiU a la presidencia de la Generalitat, de "líder de laboratorio".

Fuentes de la federación nacionalista comentaron que Duran y Arzalluz coincidieron en poner freno a la escalada verbal entre dirigentes de ambos partidos que, a su juicio, sólo beneficia al PP. "Pese a que CiU y PNV mantenemos estrategias y posiciones diferentes", comentó un alto dirigente de la federación catalana, "nuestras relaciones han de estar presididas por el respeto mutuo y por la lealtad". Las mismas fuentes añadieron que Arzalluz y Duran "comparten y tienen clara conciencia de la dura batalla que se les avecina a los nacionalismos por las actitudes antiautonómicas del PP".

El pasado lunes, Duran informó a los dirigentes de CiU de la entrevista. Fue en la reunión de la ejecutiva nacionalista en la que se acordó que CiU se abstendrá hoy en la ilegalización de Batasuna. Todos los miembros de la ejecutiva valoraron la normalización de las relaciones con el PNV. "El mejor favor que se puede hacer al PP es que el nacionalismo catalán y el nacionalismo democrático vasco se tiren los platos a la cabeza", comentó un miembro de la ejecutiva.

Salvada de momento la histórica vinculación entre los dos grupos, el cruce de críticas se endurece con los populares, que volvieron ayer a cargar contra el grupo catalán por su decisión de abstenerse en la votación del Congreso, que consideran una ruptura en la trayectoria democrática de CiU y de Pujol en particular. El ministro de Ciencia y Tecnología, Josep Piqué, reiteró esa acusación y llegó incluso a aventurar un posible "oportunismo" de CiU, para buscar elementos diferenciadores con el PP. Rechazó que populares y socialistas hayan presionado o chantajeado a los nacionalistas catalanes para que cambiasen de posición en la ilegalización de Batasuna. "Los demás también tenemos derecho a considerar presión sus constantes reivindicaciones de autogobierno", espetó el ministro.

El propio Pujol reprochaba al presidente José María Aznar, en una entrevista publicada ayer por El Periódico de Catalunya, que pida a CiU "adhesiones incondicionales", al tiempo que se mostraba convencido de que el problema es que "el diálogo con el PNV y EA puede abrir la puerta a una reforma de la estructura del Estado". Y agregó que ese mismo temor subyace en el rechazo de los populares a dialogar con CiU sobre la autonomía de Cataluña.

Pero fue Mas, conseller en cap de la Generalitat, quien atacó más duramente la implicación del Parlamento en la ilegalización de Batasuna, decidida por socialistas y populares. Mas lamentó que "hayan llevado las cosas tan lejos" y conseguido una división aún mayor de los demócratas, lo que constituye "una cierta victoria de los terroristas". CiU sostiene que la iniciativa y la responsabilidad de la ilegalización corresponden al Gobierno, que "da la sensación de que necesita todos los paraguas del mundo" para ello.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de agosto de 2002