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Los sondeos otorgan una leve ventaja a Schröder en su primer debate con Stoiber

Es la primera vez en la historia alemana que un canciller acepta un cara a cara en televisión

No fue, ni mucho menos, una victoria clara: el canciller alemán, Gerhard Schröder, sólo logró ayer una leve ventaja sobre su contrincante conservador, Edmund Stoiber, en el primer debate televisivo de la historia alemana entre dos candidatos con opción de gobernar el país, en este caso tras las elecciones del próximo 22 de septiembre. Los primeros sondeos realizados por varios institutos de opinión indicaban anoche que la mayoría de los espectadores consideró más convincente, cualificado y simpático al político socialdemócrata.

En medio de las rígidas reglas del lance, que por largos trechos impidieron un enfrentamiento directo, Stoiber, sin embargo, se mostró como el político más agresivo, con una seguridad retórica, además, desacostumbrada en él.

Tras el debate, que se prolongó durante 75 minutos y abarcó temas como la respuesta estatal a las riadas, la lucha contra el paro, la política fiscal y una eventual guerra contra Irak, un sondeo relámpago realizado por el instituto Forsa arrojó que el canciller venció a Stoiber en materia de simpatía (con un 57%, frente al 35% de los espectadores), cualificaciones (48%, frente al 41%) y credibilidad (51%, frente al 39%). También una primera encuesta de otro instituto de opinión, Infratest-Dimap, dada a conocer minutos después de concluido el cara a cara, determinó que un 42% de los televidentes encontró más convincente a Schröder, mientras que sólo el 33% se inclinaba por el líder conservador.

Estas primeras valoraciones, sin embargo, ocultan que Stoiber en varias ocasiones apareció como más combativo, contundente y preparado que Schröder, que en 1998 sucedió a Helmut Kohl en la cancillería y ahora lucha por ser reelegido, con las encuestas de opinión en contra. "El canciller hubiese podido hacerlo bastante mejor", resumió Stefan Aust, director de la revista Der Spiegel, mientras que el director de teatro Claus Peymann dijo haber visto un "Schröder triste".

Este contraste entre ambos políticos se ve reflejado también en otra encuesta, ya más detallada, de Infratest-Dimap, según la cual, antes del debate, tan sólo un 29% de los espectadores pensaba que Stoiber sería mejor jefe de Gobierno. Después, este grupo sumaba ya el 36%. El canciller, por el contrario, sólo logró convencer a un 2% adicional, con lo que pasó del 40% al 42% en los votantes a favor. Una última encuesta, del Grupo de Investigación Electoral, incluso dio como vencedor a Stoiber (37% frente al 35%).

Vestidos ambos con traje oscuro, camisa blanca, y corbata negriblanca (Stoiber) o rojiblanca (Schröder), los dos políticos sólo rara vez se enzarzaron en una discusión directa que rompía las reglas establecidas de antemano, según las cuales cada uno debía responder durante 90 segundos a la pregunta inicial, y tenía dos veces 60 segundos para resolver las dudas sobre este tema que aún pudiesen tener los dos moderadores, experimentados presentadores y entrevistadores de las dos cadenas de televisión privada que emitieron el debate. Sólo hubo atisbos de enfrentamiento verbal cuando se planteó el tema de la política fiscal (con Stoiber acusando al canciller de haberse olvidado de las pymes y cometer un craso error al retrasar por un año la bajada del IRPF con tal de recaudar fondos para la reconstrucción tras las riadas) y cuando se discutió sobre la lucha contra el paro (lo que permitió al conservador reiterar sus acusaciones en el sentido de que el Gobierno ha fracasado rotundamente en este tema, mientras Schröder recordaba el difícil entorno económico internacional).

De pie ante los periodistas, ambos sólo se observaban de reojo. Las subidas de tono fueron muy comedidas, con uno y otro acusando a su contrincante de no leerse a consciencia los legajos. "La gente está peor que hace cuatro años", arremetía Stoiber, a lo que Schröder respondía: "Eso es una tontería bastante grande". También fue notable hasta que punto se han entremezclado los tradicionales frentes políticos, todo con tal de ocupar la tierra prometida, el centro. Stoiber, el conservador, acusó a Schröder de haberse olvidado del ciudadano de a pie durante su gestión para favorecer a la gran industria. Schröder, el socialdemócrata, culpó a Stoiber de no querer impedir la entrada al país de nuevos inmigrantes, en este caso, rusos de ascendencia alemana.

A veces se habla en Alemania de un ser único, Schroiber, y las declaraciones finales de ambos políticos parecían dar razón a esta tesis. Mientras que el canciller postuló como sus principales metas un "camino pacífico" para Alemania (en referencia a su rechazo a un eventual ataque a Irak), una gran reforma del mercado laboral y el mantenimiento de la solidaridad demostrada durante las riadas, Stoiber postuló la necesidad de "salvaguardar la paz" (sin excluir del todo un ataque a Sadam Husein), la "superación del paro" y la reducción de las diferencias que persisten entre ambas Alemanias. Un segundo debate televisivo se realizará el próximo 8 de septiembre.

Un lance de alto riesgo para el canciller

El debate de ayer fue acordado poco después de que Stoiber fuese escogido como candidato a la cancillería a nombre de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y su hermanada Unión Social Cristiana (CSU), que él preside, en enero pasado. Hasta entonces, ningún canciller en ejercicio (y mucho menos Helmut Kohl, que gobernó entre 1982 y 1998) había accedido a asumir el riesgo de medir argumentos, personalidades, aspecto físico y lenguaje corporal en un encuentro televisivo con su contrincante.

Tras ser retado quizás de una manera algo retórica por los conservadores, Schröder aceptó de buena gana: aunque ayer se le notaba deslucido, uno de sus principales fuertes ha sido siempre lo bien que da en cámara y su despiadada agilidad retórica en el cara a cara. "Rechazar el debate no hubiera sido mi estilo", recordaba el canciller esta semana en una reunión con la prensa extranjera.

Fue tanta la confianza de Schröder en su encanto mediático que sus asesores llegaron a proponer que los debates se realizasen en los últimos días antes de las elecciones, cuando ya hubiese sido demasiado tarde para su contrincante intentar corregir en la opinión pública una eventual imagen desfavorable.

A diferencia de lo que sucede con el canciller, Stoiber es un hombre al que le cuesta hablar con soltura y formular frases cortas y tajantes para los televidentes. A veces, llega a ser confuso. En círculos políticos de la capital alemana es legendaria su aparición, a inicios de año, en un importante programa de debates televisivos, en el que alcanzó a dirigirse a la conocidísima presentadora Sabine Christiansen diciendo "Señora Merkel...", como si estuviese conversando con la presidenta de la CDU, Angela Merkel.

Desde entonces, sin embargo, tras un presumiblemente intenso entrenamiento por parte de sus asesores, Stoiber ha mejorado mucho en sus comparecencias públicas, como demostró claramente ayer.

En este sentido, su punto de partida previo al primer debate televisivo era incluso mejor que el del canciller, según algunos expertos: mientras que Schröder, desde su pedestal de monstruo televisivo, sólo podía perder, Stoiber sólo podía ganar, y mucho, en la percepción de los televidentes y potenciales votantes.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de agosto de 2002

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