"Tendremos que pasar por nuevos sacrificios. Queda mucho todavía en la lucha contra ETA", vaticinó ayer José María Aznar, durante el discurso de inauguración del curso político que hizo en Quintanilla de Onésimo (Valladolid). El presidente del Gobierno hizo una extensa referencia al proceso de ilegalización de Batasuna: "Me gustaría poder decir que con las medidas que estamos tomando vamos a acabar con el terrorismo. Pero no es así", aclaró, pese a que se camine "en la dirección correcta". "Lo peor sería dejarse ganar por el miedo y tomarlo como una inercia o una fatalidad", dijo.
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Aznar aprovechó su discurso anual en Quintanilla, ante centenares de militantes del PP, para referirse al proceso de ilegalización de Batasuna, que ha entrado en su primera fase con la decisión del juez Baltasar Garzón de suspender las actividades del partido aberzale radical por tres años. El proceso continuará mañana, cuando el Consejo de Ministros apruebe la demanda de ilegalización ante el Tribunal Supremo por la vía política, instada por la mayoría del Congreso de los Diputados.
El presidente del Gobierno rebajó ayer el tono triunfal y moderó sus críticas al nacionalismo democrático (que repartió su voto entre la abstención y el rechazo de la propuesta de ilegalización) respecto a su intervención de hace tres días en Menorca. Ayer reconoció de manera clara, ante las críticas del nacionalismo vasco, que la ilegalización de Batasuna no conlleva el fin de ETA, de ahí que insistiera en que aún "queda mucho por hacer".
Aznar situó la ilegalización del partido aberzale, más que nunca, en la clave de la defensa de la democracia y de los principios éticos. "Defendemos nuestra democracia en nombre de los que mantienen a sus familias, de los que expresan su opinión con libertad y votan a quien quieren cuando llegan las elecciones. Defendemos la democracia en nombre de los que no quieren vivir con temor", dijo.
Perder la impunidad
Evitó referencias triunfalistas sobre la escasa capacidad de movilización que ha demostrado tener la dirección de Batasuna para oponerse a la clausura de sus sedes. Se centró más bien en el odio que manifiestan los dirigentes aberzales acosados por la justicia, que atribuyó a la pérdida de su impunidad. "Estos días he visto mucho odio en los gritos, en las pancartas, en las amenazas. Es el odio de los que saben que pierden la impunidad".
El presidente equiparó ese odio manifestado estos días por los dirigentes de la formación independentista con el de los nazis alemanes y lo ilustró con una confesión personal: "Estos días de verano he estado leyendo un libro extraordinario sobre el nazismo. En él aparece una frase pronunciada por un joven bárbaro de los que formaban las Juventudes Hitlerianas. Decía algo escalofriante: es realmente estupendo poder pegar sin que te devuelvan el golpe. Es ese mismo odio y esa misma impunidad la que ahí estamos combatiendo".
Insistió también en otra idea, la del papel del Ejecutivo como garantía del sector no nacionalista vasco que sufre las amenazas de ETA y su entorno: "Mucha gente lucha en el País Vasco y en toda España por vivir en libertad, y el Gobierno está con ellos, respaldándolos".
España sin complejos
Aznar reconoció que una medida como la ilegalización de Batasuna ha sido posible por el grado de madurez alcanzado por la democracia española. "Tenemos una democracia madura, lo que nos permite comportarnos como una democracia normal. Una democracia que se defiende de quienes quieren acabar con ella. La España constitucional de hoy es una España sin complejos, madura, que no tiene que pagar peajes".
El jefe del Ejecutivo terminó este apartado de su intervención con una referencia crítica pero moderada hacia el nacionalismo democrático. Trazó una especie de línea divisoria clara respecto a los terroristas y Batasuna.
A CiU y al PNV se dirigió cuando dijo: "No tenemos más enemigos que los terroristas. Nadie más tiene derecho a sentirse perjudicado por esta iniciativa. Yo lamento que en esta hora no todos hayan estado a la altura de las circunstancias. Siento que se haya perdido la oportunidad de votar sí a la libertad frente al terror. Siento que no todos hayan querido estar en su sitio". Esta parte del mensaje de Aznar fue especialmente relevante si se tiene en cuenta que hace tan sólo tres días, en Menorca, acusó al PNV de complicidad con Batasuna y de no querer terminar con ETA.
Su intervención en Quintanilla (donde confirmó que el ex ministro Juan José Lucas será presidente del Senado) estuvo precedida de un almuerzo en el monasterio de Silos. Durante la comida, los monjes expresaron su inquietud por temas de actualidad como las relaciones hispano-marroquíes, la situación de Oriente Medio e Iberoamérica, la cumbre sobre desarrollo sostenible, así como la ilegalización de Batasuna y su repercusión en el País Vasco.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de agosto de 2002