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CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Berlanga deleita en El Escorial con su tripa libertaria y sus sueños libertinos

Comenzaba ayer a mediodía una nueva sesión del curso de verano que dirige el escritor Fernando Sánchez Dragó en El Escorial. El invitado era el director de cine Luis García Berlanga, un hombre que no necesita presentación, así que Dragó se saltó ese trámite y pidió al público que empezara, sin más, a preguntar. ¿Cómo es que llega al cine un señorito de Valencia cómo era usted? 'De una manera singular, yo estaba una tarde en el cine Rialto de Valencia y a mitad de la película se me apareció un fenómeno místico que me dijo: 'Tienes que ser director de cine'... Porque yo antes había picoteado en todo... Nací el mismo día del desastre de Annual, un 12 de junio de 1921, y tuve un fervor absoluto por la soledad hasta los 14 años, que he recuperado ahora... Pero a pesar de la timidez yo quería comunicarme con mis conciudadanos a través de cualquier cosa menos el saludo. Perdón, ¿a qué venía todo esto?'.

Dragó sale al paso: 'Hablabas de cómo llegaste al cine a través del señoritismo'. Berlanga lo mira: 'Qué manía tiene. Sí, hombre, sí, he sido señorito. He tenido que coquetear con bastante gente, pero mi tripa ha sido libertaria, y lo que siento es no haber llegado a ser libertino', bromeó. Y siguió desgranando anécdotas una tras otra, con la lucidez y la hilaridad que acostumbra. El director, ya retirado, está ocupado ahora con el 50 aniversario de la película Bienvenido, míster Marshall. Habrá exposiciones, celebraciones en el pueblo en que se rodó, Guadalix de la Sierra, mesas redondas, encuentros. Esos actos que le 'revientan'. También está escribiendo un cuento erótico en el que una pareja se encuentra en una playa nudista y en el cortejo amoroso él hombre va vistiendo a la mujer.

Un cursillista pregunta: ¿Cuál es el motivo de que en todas sus películas siempre aparezca la palabra austrohúngaro? 'Porque soy supersticioso. Salió por casualidad en las tres primeras que hice y luego siempre quise ponerla'.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de agosto de 2002