La Fuerza Aérea de EE UU estudió la posibilidad de estrellar a sus propios cazas contra aviones secuestrados el 11 de septiembre por no contar con aparatos suficientes para defender el espacio aéreo, según informó ayer la BBC. Varios cazas estadounidenses despegaron de sus bases inmediatamente después de los atentados para defender al país de nuevos ataques, que finalmente no se produjeron. Su principal misión era proteger al presidente George W. Bush e incerceptar a todo avión secuestrado que se dirigiera hacia algún objetivo.
Pero una investigación del programa de la BBC Clear the skies revela que las autoridades de EE UU consideraban tan remota la posibilidad de que alguna organización terrorista atacara territorio estadounidense, que sólo 14 aviones defendían aquel día el enorme espacio aéreo del país.
En vista de la situación, los pilotos de varios aparatos sin armas recibieron la orden de abandonar sus vuelos de entrenamiento para asumir misiones de vigilancia. El coronel Robert Marr, comandante del sector defensivo del noreste, recuerda las órdenes recibidas: "Perder vidas en el aire para salvar vidas en tierra".
En el momento de los atentados, sólo cuatro pilotos estaban en alerta para defender el noreste de EE UU. Algunos pilotos tuvieron que despegar sin arma alguna, por lo que hubieran tenido que lanzarse contra un avión secuestrado para evitar más bajas sobre el terreno. "Era muy posible que alguno [de los pilotos] recibiese la orden de dar su propia vida para evitar más ataques", dijo Marr.
Marcha atrás
Por otro lado, el Gobierno de Washington decidió ayer dar marcha atrás en su plan de restringir los vuelos comerciales el próximo 11 de septiembre, informa Efe. La discriminación de las compañías aéreas extranjeras fue determinante a la hora de descartar el plan, ya que diferentes acuerdos internacionales prohíben tomar medidas sólo contra compañías aéreas de otro país.
La idea había partido del Departamento de Defensa, que planteó la posibilidad de prohibir los vuelos de aviones de compañías extranjeras en los alrededores de Washington, Nueva York y el condado de Somerset (Pensilvania), los lugares donde cayeron los cuatro aviones secuestrados el 11 de septiembre.
El origen de la propuesta estaba en analistas de defensa y fue llevada rápidamente a estudio, a pesar de que diversos portavoces, tanto de la Casa Blanca como de la Administración Federal de Aviación (FAA), aseguraron que no había indicios de atentado o amenazas de ningún tipo.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 31 de agosto de 2002