En un partido a la italiana, sin ritmo y con ataques muy espesos, España sufrió ayer su primera derrota en el Mundial. Puerto Rico, que había derrotado sorprendentemente a Yugoslavia, fue de menos a más, consiguió resistir el primer tirón de España, pero primero equilibró el juego, planteó una defensa cada vez más incómoda y remató su triunfo con un último cuarto lanzado por su gran cañonero Ayuso, que había pasado desapercibido hasta entonces.
ESPAÑA, 65; PUERTO RICO, 73.
España: Nacho Rodríguez (5), Juan Carlos Navarro (11) Jiménez (9), Garbajosa (9) y Gasol (16) -cinco inicial-; Junyet (0), Marco (5), Lucio Angulo (6), Alfonso Reyes (2), Paraíso (2). Puerto Rico: R. Dalmau (7), Ayuso (9), Hourritiner (7), Piculín Ortiz (8) y Santiago (4) -cinco inicial-; Arroyo (18), Ch. Dalmau (2), Latimer (18). Árbitros: Iztok Rems (Eslovenia) y Pablo Estévez (Argentina). Eliminaron a Delgado, de Puerto Rico. Unos 1.000 espectadores en el RCA Dome. En otros partidos disputados ayer correspondientes a la segunda fase se dieron los siguientes resultados: Grupo E: Turquía 86, Angola 66; Yugoslavia 90, Brasil 69. Grupo F: Argelia 100, Líbano 70; Alemania 77, Argentina 86.
A veces, Gasol adorna el juego del equipo con un mate a una mano como el que anotó nada más empezar. En líneas generales el estilo español posee la virtud de una aparente sencillez. Y, sin embargo, es letal. No pasa casi nada y España pone nueve puntos de por medio (14-5), como quien no quiere la cosa. No habían roto a sudar sus jugadores y Puerto Rico ya iba a remolque. Un par de intercambios de canastas y Piculín Ortíz ya se sentía presionado por Garbajosa, Santiago -la última perla del baloncesto puertorriqueño, el hombre que anotó 31 puntos ante Yugoslavia-, estaba atribulado por la que se le venía encima con Gasol, y Ayuso, el gran cañonero boricúa, el que llegaba a este partido como mejor anotador del torneo, no encontraba la manera de calentar la mano ante la defensa española.
Puerto Rico demostró que es un equipo que no responde ningún estereotipo. Ya no sólo se limita a desplegar un juego dicharachero en ataque, despreocupado de la defensa, poco dado a buscar las venas estratégicas de los partidos. Ayer, por el contrario resistió el tirón español gracias a que se recompuso en defensa y plantó una zona en la que sus jugadores se movían como avispas.
España, que tuvo muchos problemas de acierto en el lanzamiento, empezó a sufrir (27-26). Navarro no entraba en calor (falló sus seis primeros lanzamientos) y Arroyo encontró lagunas poco habituales en la defensa española y llevó a la igualdad el partido con cinco puntos consecutivos. Fue Arroyo, y no Ayuso o Santiago, como se temía, quien le creó más dificultades a la defensa española.
España, que había roto de cuajo el frenético ritmo de partido en el que tan bien se desenvuelve Puerto Rico, vio a su vez como el equipo de Piculín se adaptaba al guión. El resultado fue que el partido adquirió tintes italianos, con mucha defensa, pocas canastas, unos porcentajes de acierto en el tiro ínfimos, por debajo del 35% en la primera parte, con escasa vivacidad en el juego y hasta algún pequeño conato de gresca.
Garbajosa, aún con un flemón después de que la noche anterior le fuera extraída una muela, y Navarro, que no pudo anotar hasta el segundo periodo, fueron quienes más acusaron el espesor del juego. El equipo español no se sentía cómodo. Fue perdiendo gas. Y en el último cuarto, después de haber tenido ligeras ventaja en los tres primeros, se vio sorprendido por un súbito acelerón de Puerto Rico que alcanzó cinco puntos de ventaja (52-59). Fue el momento de Navarro que propició de nuevo el empate a 61. Pero no pasó de eso y España cosechó su primera derrota, que no tiene nada de dramática, pues sus opciones siguen enteras, pero que podría complicarle la vida si hoy, frente a Brasil (22.00, TVE 1), repite una actuación tan desafortunada como la de ayer.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 4 de septiembre de 2002