El Valencia y el Deportivo, campeón de Liga y vigente vencedor de la Copa, respectivamente, agotaron casi hasta el último momento para solventar sus respectivos compromisos. El Nàstic, en el caso del cuadro valenciano, y el modestísimo Corralejo, en el de los gallegos, rozaron la proeza de descabalgar al grande.
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Rafa Benítez, el entrenador del Valencia, el último campeón de Liga, se escondía en el último rincón del banquillo. No quería verlo. Su equipo, después de 120 minutos de agonía, no había conseguido marcarle un sólo gol al Nàstic de Tarragona. La eliminatoria se la jugarían por penaltis. Y ahí, en el territorio de los porteros felinos, el momento de la verdad, apareció Palop. El Valencia anotó sus cinco lanzamientos. Los tarraconenses cuatro, el otro lo paró Palop. Benítez ya lo había advertido: "El Nàstic no es un cualquiera". Y su profecía se cumplió. El equipo catalán mantuvo la esperanza de la sorpresa hasta el último instante del partido. La prórroga mostró un poco más de fútbol que los primeros noventa minutos. El Valencia, entonces, pareció decidido a llevarse el partido. El argentino Kily González, por dos veces, y su compatriota, Aimar, que lanzó al palo una falta directa, estuvieron muy cerca de desnivelar el encuentro.
En Las palmas, en el Insular, el estadio en el que, por la negativa de Irureta a disputar su partido en el campo de hierba artificial del Corralejo, el Deportivo sufrió hasta el final ante un modesto equipo de Segunda B. Luque, que debutaba con el cuadro gallego en partido oficial, adelantó al Depor, que a partir de ese momento se dejó llevar por la abulia propia de quien se sabe muy superior a su rival. Los gallegos no contaban con que Simón, el goleador del Corralejo, empataría de penalti y que esa igualada se mantendría durante muchos minutos en el marcador. Hasta que apareció un central, César, a diez minutos del final, casi cuando el choque expiraba definitivamente, para poner las cosas en su sitio. Al final todo quedó en susto: Depor y Valencia estarán en el bombo de dieciseisavos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de septiembre de 2002