Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra

La reconciliación tendrá que esperar

Aunque la visita de Mohamed Benaissa se hubiera producido hoy y propiciado una normalización formal de la relación entre Rabat y Madrid, la verdadera reconciliación no se producirá hasta 2004, cuando el rey Mohamed VI tenga un interlocutor en España que no sea José María Aznar.

Muchos interlocutores marroquíes, incluidos varios altos cargos de la Administración, hacen este pronóstico. La crisis bilateral no es sólo ya diplomática sino que tiene una dimensión personal. El monarca alauí y el jefe del Gobierno español, que reían juntos en público, en Madrid, en septiembre de 2000, desconfían ahora el uno del otro.

Las mismas fuentes marroquíes prevén que, por el lado de Marruecos, no será el actual titular de Asuntos Exteriores, Mohamed Benaissa, quién lleve las riendas de la relación con España.

El rey criticó públicamente en agosto la ineficacia de la diplomacia marroquí y, aprovechando la remodelación del Gobierno que se producirá tras las elecciones del próximo viernes, parece probable que el monarca prescinda de un ministro nombrado por su padre, Hassan II, ya fallecido.

El segundo en el ministerio, Taieb Fassi-Fihri, podría sucederle si así lo decide el soberano, quién le designó para el cargo en 1999. La diplomacia española le teme porque ve en él a un político menos sensible a la necesidad de estrechar lazos con España que Benaissa, nacido en el norte e hispanohablante.

¿Se anunciará pronto el regreso de los embajadores de España y Marruecos, llamados a consultas en julio y octubre pasados, respectivamente? Ése es el deseo español, pero hasta julio pasado los marroquíes, con Fassi-Fihri a la cabeza, habían dado a entender que Abdesalam Baraka sólo se reincorporará a su puesto en Madrid una vez esté bien encarrilado el diálogo hispano-marroquí sobre los principales contenciosos. No está claro si sigue prevaleciendo esta postura.

El conflicto con España apenas ha sido evocado durante la campaña electoral que agita Marruecos. El primer ministro, el socialista Abderramán Yusufi, sí lo sacó a relucir en el gran mitin que dio en Rabat el martes pasado.

"Queremos poner fin a la ocupación de Ceuta y Melilla respetando el tratado de amistad con España", afirmó. "La recuperación de la soberanía sobre todo el territorio, incluidas Ceuta y Melilla, es una de nuestras prioridades".

Los responsables marroquíes se han esforzado desde mediados de agosto en rebajar la intensidad de la polémica. Prueba de ello, por ejemplo, la prohibición el 14 de septiembre, por el gobernador de Tetuán, de la marcha convocada por varias asociaciones desde Castillejos hasta la frontera con Ceuta para reivindicar la "descolonización" de los enclaves españoles.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de septiembre de 2002