Varias decenas de enmascarados armados (de 20 a 50 personas), entre ellos algunas mujeres, asaltaron ayer un teatro del centro de Moscú, en plena representación de un musical de moda. Tras disparar con fusiles automáticos, tomaron como rehenes a unos 700 espectadores, aunque esta cifra podría elevarse a 1.000. Tras liberar a un grupo de ellos, la mayoría seguían recluidos a las dos de la madrugada (hora española). El secuestro fue reivindicado por separatistas chechenos, que amenazaban con volar el edificio. Las autoridades rusas intentaban negociar un desenlace pacífico.
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Este desafío terrorista es el de mayor envergadura registrado en Rusia, por cuanto ocurrió en plena capital y afectaba a centenares de personas. El suceso se produjo entre el primer y el segundo acto del musical Norost, una producción rusa que acaba de cumplir un año en cartel y que se representa en un teatro instalado en la antigua Casa de la Cultura de la Fábrica de Rodamientos, en un popular distrito de Moscú. El local tiene capacidad para casi 1.500 personas. En la madrugada, muchas informaciones eran aún fragmentarias, confusas o contradictorias.
La televisión rusa (el segundo canal) informaba de la liberación de 150 personas (musulmanes, niños y extranjeros). Sin embargo, el número de testigos con el que los periodistas pudieron hablar era sustancialmente menor, y la primera cadena expresaba dudas sobre el número de liberados.
Según otras informaciones, cerca de una veintena de personas en estado de shock habían conseguido huir del local poco después de la medianoche. Los familiares de los secuestrados se habían concentrado frente al teatro y el diputado checheno Aslambek Aslajánov, junto con el ex jefe del Parlamento ruso Ruslán Jasbulátov, habían llegado al lugar del asalto con intención de convencer a los secuestradores de que depusieran su actitud. Aslajánov logró ponerse en contacto telefónico con los secuestradores, a quienes advirtió antes por televisión de que estaban perjudicando a los chechenos de Moscú.
El diputado exhortó a sus paisanos residentes en Moscú que se unieran a él en la calle para ejercer presión sobre los secuestradores. Junto al teatro en varias ocasiones anoche se oyeron tiros aislados, según unos, y ráfagas, según otros, procedentes del edificio. Varios testigos y personas que pudieron huir del local decían haber visto sangre en los pasillos, pero las autoridades, que suministraban información muy dosificada, señalaban que no había habido víctimas. Según otras informaciones, los terroristas habrían minado el edificio y amenazaban con matar a diez espectadores por cada una de las bajas que se produjeran en sus propias filas, en caso de ser atacados.
Tras penetrar en la sala del teatro, donde ayer había cerca de 700 personas, el comando checheno anunció que iban a dejar salir a los espectadores de procedencia caucásica y mencionó explícitamente a chechenos y georgianos de la región de Abjazia y también a los extranjeros, previa presentación del pasaporte, según comentó en la televisión rusa Konstantin, uno de los actores, que pudo escapar arriándose desde el tercer piso gracias a una cuerda tejida a base de prendas del vestuario, anudadas entre sí. En el interior del teatro permanecían anoche espectadores alemanes y británicos.
La agencia de noticias Interfax se refirió a un tiroteo en una de las alas del teatro. Una parte de los actores se encontraba en los camerinos. Y justamente a partir de los camerinos, un número indeterminado de personas consiguió escapar por las ventanas.
Los secuestradores permitieron a los niños que abandonaran la sala "Por favor, no intervengan. Hay muchos explosivos. No abran fuego sobre ellos. Por favor les ruego que no comiencen a atacar", pedía a la policía una de las rehenes liberadas tras salir del teatro.
También permitieron a los espectadores que conectaran por teléfono móvil con sus familiares. Sin embargo, tras permitir la comunicación inicial, los secuestradores confiscaron los aparatos, según informó la televisión rusa.
El secuestro se produjo de forma tan rápida y tan profesional que algunos espectadores pensaron inicialmente que se trataba de una prolongación de la acción que se desarrollaba en la escena, Nord-Ost, a saber un drama romántico basado en la novela Dos Capitanes, de Veniamín Kaverin. Se trata de un musical de gran éxito realizado con gran despliegue de medios, entre ellos un avión situado en pleno escenario.
"En el segundo acto, cuando terminó la primera escena un hombre armado subió al escenario y disparó al aire. El hombre ordenó a los actores que descendieran a la sala y nosotros al principio creímos que se trataba de una escena del espectáculo", declaró Maxim, uno de los escolares que logró salir a la calle sano y salvo. Después de ellos, según Maxim, cerca de veinte personas subieron al escenario y explicaron que eran de Chechenia y que estaban en contra la guerra. También dijeron que no querían que hubiera víctimas durante su acción y que hacían un llamamiento al Gobierno para que cese el conflicto en esa pequeña república norcaucásica. Poco después de la medianoche, un portavoz del ministerio del Interior confirmó que se estaban llevando a cabo negociaciones con los secuestradores y señaló que éstos reivindicaban la regulación del conflicto checheno. En las inmediaciones del teatro se estableció un grupo de emergencia con representantes de las distintas autoridades para abordar la situación. La coordinación correspondió al Servicio Federal de Seguridad. La policía de Moscú estaba en estado de alerta, pero, aparte de la concentración de ambulancias, autobuses y vehículos policiales en las inmediaciones del lugar del suceso, la ciudad estaba en calma.
Las autoridades oficiales prorrusas de Chechenia exhortaban todavía a no sacar conclusiones precipitadas sobre la autoría del acto cuando ya las páginas de Internet de los separatistas habían reivindicado el atentado. Una de estas páginas hablaba de la presencia de 40 viudas chechenas entre los secuestradores. Otras fuentes, citadas por la cadena de televisión rusa, se referían a una brigada suicida.
Una diplomática francesa que se encontraba en el espectáculo confirmó que entre las mujeres había también mujeres cubiertas con velo. Los secuestradores advirtieron que estaban minando el edificio y que lo harían saltar por los aires si la policía daba la orden de asaltar el local. Todos los secuestradores, según el escolar Maxim, llevan explosivos amarrados al cuerpo. Decenas de policías y soldados llegaron a la calle Mélnikovadonde se encuentra la ex Casa de la Cultura fabril y bloquearon los accesos al edificio.
Según fuentes chechenas, el comandante del destacamento especial que ha realizado la operación en Moscú, es Movsar Baráyev, sobrino de Arbí Baráyev, conocido señor de la guerra perecido durante la segunda guerra chechena. Los rebeldes han dicho que han llegado a Moscú "a morir". Baráyev, el presunto cerebro del secuestro, pertenece a la secta islámica wahabí. Es seguidor de Jatab, el guerrillero árabe muerto en Chechenia y que era conocido como el "Bin Laden checheno".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 24 de octubre de 2002