"Tomadme en serio. Preguntad a la gente de Montgomery". Una frase como ésta, supuestamente pronunciada por el francotirador durante una de sus conversaciones telefónicas con la policía, parecía anoche la clave que condujo a la detención de dos personas: John Allen Muhammad, ex soldado, de 42 años, y John Lee Malvo, de 17 años, jamaicano e inmigrante ilegal. La policía del condado de Montgomery consiguió relacionar las palabras con la población de Montgomery (en el Estado de Alabama), donde el pasado 21 de septiembre fue asesinada una mujer.
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Ese caso orientó de alguna forma las sospechas hacia Muhammad y Malvo. Fueron detenidos ayer de madrugada, mientras dormían dentro de su automóvil en un área de descanso de la autopista 70 en Maryland. En el coche estaba el rifle con que se cometieron los crímenes.
El jefe de policía del Condado de Montgomery, Charles Moose, no buscaba a una persona, sino a dos por lo menos. En el naipe de tarot hallado el 7 de septiembre, el asesino había escrito: "Querido policía: soy Dios". Pero en las dos largas cartas encontradas el sábado y el martes, tras dos de los asesinatos, y en las llamadas telefónicas, el anónimo comunicante se refería con frecuencia a "nosotros". El avance definitivo se produjo la semana pasada, cuando el francotirador, furioso porque le habían colgado el teléfono por error varias veces, y quizá subconscientemente deseoso de terminar con todo, habló de Montgomery. Podía referirse al condado donde se habían cometido siete de los 13 ataques. Pero también a la ciudad de Alabama, a mucha distancia de Maryland.
Moose no tardó en comprobar que el 21 de septiembre, en el asalto frustrado a una licorería, una mujer de 72 años había muerto a tiros y otra había sufrido heridas graves en la cabeza.
Los detalles exactos que conectaron a Muhammad y Malvo con el suceso de Alabama no estaban claros ayer. Se sabía que el arma utilizada entonces no era la misma que mató a 10 personas e hirió a tres en los alrededores de Washington, durante las pasadas tres semanas. Pero en el lugar del asalto aparecieron las huellas digitales de Malvo. No fue difícil relacionar a Malvo con Muhammad, ya que ambos eran conocidos como padre e hijo (aunque no existía parentesco entre ellos, ni adopción legal) en el Estado de Washington, al otro extremo del país, en la esquina noroeste.
Todo se aceleró el miércoles por la noche. Moose compareció ante las cámaras para lanzar un último mensaje al francotirador, pronunciando la frase que éste le había pedido por teléfono: "Hemos atrapado al francotirador como a un pato con una soga". La frase forma parte de un viejo cuento popular indio sobre un conejo que trata de cazar a lazo un pato. A medianoche, el jefe Moose anunció que buscaba a John Allen Muhammad "para interrogarle como testigo", precisando que no indicaba con ello que se tratara del francotirador pero añadiendo que estaba armado y era peligroso. Al mismo tiempo, en Tacoma (Washington), al norte de Seattle, el FBI registraba la finca donde Muhammad y su falso hijastro se habían instalado durante unos meses a principios de año, y donde habían realizado prácticas diarias de tiro.
Moose sabía algo más sobre Muhammad. El 8 de octubre, un policía le había visto durmiendo en su coche en Baltimore (Maryland) y le había pedido la documentación. El carné de conducir, emitido en el Estado de Washington, no concordaba con la matrícula, emitida en el Estado de Nueva Jersey. El policía no tuvo motivos para detener al ex soldado, pero, por si acaso, informó del incidente al cuartel general de la fuerza que perseguía al francotirador, en Rockville. El coche de Muhammad era un Chevrolet Caprice azul, de 1990. El coche con el que huyeron los asaltantes del comercio de Alabama era un Chevrolet Caprice, azul o burdeos.
A las 12,47 de la noche, menos de una hora después de que Moose anunciara al público que se buscaba a John Allen Muhammad, un conductor profesional vio el coche azul con la matrícula de Nueva Jersey en un área de descanso de la autopista 70, cerca de Myersville, al noroeste de Washington. Y llamó a la policía. Moose ordenó que la autopista quedara cerrada y envió al lugar una potente fuerza de asalto respaldada por un helicóptero. Cuando los agentes rodearon el coche, rompieron dos ventanas para introducir los cañones de sus rifles y anunciaron a sus ocupantes que estaban detenidos, a las 3,30 de la madrugada, Muhammad y Malvo dormían todavía. No ofrecieron resistencia.
El registro del Chevrolet reforzó las sospechas policiales. Tras el asiento trasero se halló un rifle Bushmaster, una versión civil del M-16 militar, con munición de calibre .223, la que utilizaba el francotirador. Horas después, el FBI comprobó que era el arma con que se habían cometido los crímenes. En el maletero había un pequeño trípode. El maletero disponía, además, de dos agujeros de unos cinco centímetros de diámetro, uno para el cañón y otro para la mirilla telescópica, que permitía disparar desde dentro del automóvil. Eso explicaría por qué nunca nadie vio actuar al francotirador.
Los dos hombres fueron trasladados ante un tribunal federal de Baltimore (Maryland). Las acusaciones, por el momento, no se referían directamente a los 10 asesinatos cometidos en los suburbios de Washington.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de octubre de 2002