Todas las jurisdicciones implicadas en el caso del francotirador se muestran ansiosas por juzgar a John Allen Muhammad y a John Allen Malvo. La cuestión procesal ha generado una especie de subasta de electrocuciones e inyecciones letales entre los fiscales de Maryland, Virginia, Alabama y el Gobierno federal. El fiscal de Maryland se adelantó el viernes y formalizó seis acusaciones de asesinato en primer grado, pero los demás afirmaban ayer que fue una maniobra sucia. En realidad, no se sabe aún quién disparaba, porque los detenidos se niegan a confesar.
Ayer se supo que Malvo, el joven jamaicano de 17 años a quien John Allen consideraba su hijastro, intentó huir poco después de su captura, el pasado jueves.
Alabama abrió la carrera el viernes por la mañana. John Wilson, jefe de policía de la ciudad de Montgomery (sin relación con el condado de Montgomery, en Maryland), anunció que buscaría la pena de muerte para Muhammad y Malvo "para dar ejemplo".
La de Wilson fue una maniobra sorprendente, ya que se refería a un asalto a una licorería cometido en septiembre que sólo fue relacionado con los dos detenidos la semana pasada, a través de una huella dactilar dejada por Malvo. La policía, además, no tiene competencias para acusar a nadie. Pero Alabama, con 189 personas en el corredor de la muerte, es un Estado amante de las ejecuciones, y Wilson no quiso perder la oportunidad de sumarse a un caso tan popular como el del francotirador.
Mientras Wilson se abría paso hacia las cámaras de televisión, los fiscales de Maryland, Virginia, la ciudad de Washington (un distrito federal) y el Gobierno se reunían para organizar el proceso.
Antes de que se llegara a un acuerdo definitivo, el fiscal de Montgomery, Douglas Gansler, salió de la sala para anunciar la presentación formal de seis acusaciones de asesinato en primer grado (por los seis crímenes cometidos en ese Estado) y su decisión de asumir el primer juicio.
El fiscal de Virginia hizo saber de inmediato su descontento. Por haber sido burlado, y porque en el Estado de Maryland no se podía ejecutar a Malvo por ser menor de edad (aunque Gansler sugirió que podría tener 18 años, y no 17, ya que es un inmigrante ilegal y carece de documentos sobre su fecha de nacimiento). En Maryland no se ejecuta a los menores, pero en Virginia sí. Virginia podría juzgar a los dos acusados después de Maryland y condenar a muerte a Malvo, pero ¿y si éste fuera condenado, como parece muy posible, a prisión perpetua? Esa sentencia equivale a morir en prisión. Virginia tendría que esperar a que Malvo cumpliera su pena en Maryland para juzgarle y ejecutarle, pero el reo habría fallecido ya para entonces.
Un portavoz del Departamento de Justicia se sumó al descontento: "Habíamos pedido a Gansler que no presentara cargos todavía", dijo, indicando que el fiscal general, el ultraconservador John Ashcroft, muy partidario de la pena de muerte, estaba de viaje por Asia y no había podido tomar una decisión. El Departamento de Justicia (que es quien tiene físicamente a los detenidos, en un centro federal de Baltimore) podría reclamar el juicio para sí, como hizo en el caso de Timothy McVeigh, el autor del atentado de Oklahoma City.
La discusión legal se produce con el caso aún muy abierto. Los detenidos, por el momento, se niegan a cooperar con la policía y no han hecho confesión alguna. Muhammad fue interrogado el jueves y volverá a comparecer ante la policía el martes.
El mismo jueves, Malvo se quedó solo un momento en la sala de interrogatorios y, pese a estar esposado, abrió un agujero en los plafones del techo y estaba colgado del boquete cuando la policía volvió a la habitación.
Nuevo detenido
Hasta ayer no fue detenido Nathaniel Osbourne, un cantante de reggae que figura como copropietario en la documentación del viejo Chevrolet Caprice que utilizaban los acusados, informa la agencia Efe. La captura la realizaron agentes del FBI en Flint (Michigan). Osbourne, de raza negra como los dos sospechosos es, al parecer, amigo de John Allen Muhammad.
La caligrafía de las cartas remitidas a la policía, y las estrellitas dibujadas en ella, parecen señalar como autor al joven Malvo, así como algunos giros y términos usuales en Jamaica, el país de origen del muchacho, pero eso son especulaciones. Y se ignora quién cometió físicamente los crímenes.
En principio, los disparos que han costado la vida a 10 personas y heridas a otras tres son atribuidos a Muhammad, porque era el dueño del rifle, había demostrado una buena puntería durante sus años en el Ejército y su personalidad era la dominante en la pareja.
La madre de Malvo y supuesta ex amante de Muhammad, Uma James, reapareció en cuanto se conoció la detención de los dos hombres. Ayer se supo que en diciembre había ido a la escuela de la que Malvo acababa de fugarse para vagabundear con el hombre al que consideraba su padrastro, y denunció que Muhammad había "lavado el cerebro" al chico y le dominaba como un autómata. Por el momento, la madre no se ha reencontrado con el hijo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de octubre de 2002