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Francotiradores palestinos matan a 12 colonos judíos en Hebrón

El Ejército decreta el toque de queda y registra casa por casa en busca de los atacantes

Al menos 12 israelíes resultaron muertos y otros 20 heridos en un ataque realizado anoche por un número indeterminado de francotiradores palestinos, que abrieron fuego sobre soldados del Ejército y colonos del asentamiento de la Cueva de los Patriarcas, en el centro de Hebrón. Este incidente, el más sangriento desde que se iniciara la segunda Intifada, ha sido reivindicado por el movimiento fundamentalista Yihad Islámica, que aseguró actuar en venganza por la muerte de uno de sus dirigentes. El Ejército israelí asegura haber abatido a dos de los asaltantes.

El tiroteo comenzó a la caída de la tarde, una vez iniciada la fiesta religiosa judía del sabat: un grupo de fieles ultraortodoxos, colonos del asentamiento de Kiryat Arba, situado a las afueras de Hebrón, se dirigían a pie, custodiados por el Ejército, hacia la Cueva de los Patriarcas, en el centro de la ciudad, con la intención de rezar ante las tumbas sagradas de Abraham, Isaac y Jacob. Francotiradores palestinos, en un número no determinado, apostados en las laderas de la colina cercana de Abu Snena, lograron, gracias al factor sorpresa, hacer blanco sobre algunos de los colonos. A continuación abrieron fuego sobre las tropas israelíes.

Los intercambios de disparos entre palestinos, por un lado, y colonos y soldados, por otro, se prolongaron unos noventa minutos, mientras que otros miembros de la comunidad judía que habita en el centro de Hebrón se lanzaron a coger sus armas para sumarse al combate. También entró en acción la artillería y los carros de combate israelíes, que dispararon sobre las casas palestinas en las que estaban apostados los francotiradores. El combate impidió que los heridos pudieran ser evacuados por helicópteros, que llegaron rápidamente desde una base cercana. Las comunicaciones por carretera, que confluyen en la Cueva de los Patriarcas, eran impracticables.

Un portavoz del Ejército reconocía que la situación era "muy grave, quizás la más grave que se produce en la zona desde el inicio de la Intifada". A última hora de la noche, una vez repelida la agresión, la calma volvió a la zona, mientras que el Ejército iniciaba las represalias. Tomaron una a una las casas desde las que se habían apostado los francortiradores para iniciar una búsqueda, puerta por puerta, de los atacantes. El Ejército decretó el toque de queda y ordenó el cierre de la zona, impidiendo el paso a la prensa.

La colina de Abu Snena, desde la que se controla el asentamiento judío de la Cueva de los Patriarcas, y desde la que ayer dispararon los francotiradores palestinos, ha venido siendo ocupada por el Ejército israelí en reiteradas ocasiones en estos dos años de Intifada. Sin embargo, hace pocos meses el ministro de Defensa, Benjamín Ben Eliezer, concluyó un acuerdo con la Autoridad Palestina (AP), por el que las tropas israelíes se replegaban de la colina, con el compromiso de que las fuerzas de seguridad de Yasir Arafat impedirían los disparos sobre los judíos.

El pacto, por el que se consagraba la retirada de las tropas israelíes de la colina fue recibido con muestras de desagrado de los colonos, los más agresivos de la región, entre los que se encuentran numerosos militantes de extrema derecha, vinculados a la organización ilegal del rabino Kach. El tiempo les ha dado la razón y ayer los soldados israelíes trataban de recuperar el control sobre Abu Snena, a base de bombardear con obuses de carros de combate las casas palestinas que se encuentran en las laderasde la colina, así como otras zonas urbanas cercanas, entre ellas el casco viejo de Hebrón.

El movimiento fundamentalista palestino, la Yihad Islámica, reivindicó desde Beirut el ataque, asegurando que se trataba de un acto de venganza por "el asesinato a sangre fría" de uno de sus dirigentes en Cisjordania, Iyad Sawalha, que fue abatido hace una semana por las tropas israelíes en Jenin.

Hebrón, escenario de este incidente es, en virtud de los Acuerdos de Oslo, una ciudad dividida, la única en los territorios palestinos. Una comunidad judía compuesta por 450 personas, custodiada por centenares de soldados, se encuentra incrustada entre una población de 130.000 palestinos, con la excusa de que es un lugar santo en el que están enterrados tres profetas.

Esta zona ha sido en los últimos años escenario de sangrientos incidentes, el más grave, el que llevó a cabo el colono judío Baruch Goldstein en febrero de 1994, que disparó sobre decenas de fieles musulmanes que se hallaban orando en una mezquita, causando 29 muertos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de noviembre de 2002