Los promotores de la huelga general contra la presidencia de Hugo Chávez convocaron ayer a ocupar las calles, en un cambio fundamental de estrategia, después de haber vuelto a paralizar parcialmente Venezuela durante la segunda jornada de protesta. El paro se mantiene. Poco después del llamamiento, la Guardia Nacional dispersó con bombas lacrimógenas y disparos a los huelguistas concentrados frente a la estatal Petróleos de Venezuela (PVDSA), la base militar La Carlota, en las autopistas de Caracas y en Maracaibo.
El Gobierno y la oposición difundieron, nuevamente, cifras políticas, abismalmente diferentes, sobre el acatamiento de una huelga que alteró significativamente la vida ciudadana y económica, sin llegar a bloquear el país ni a interrumpir la producción de la vital industria petrolera. "A partir de este momento, este paro se convierte en un paro activo", anunció el diputado Andrés Velasquez, poco después del mediodía. "Los llamados tienen un fondo golpista", había declarado antes el ministro del Interior y Justicia, Diosdado Cabello. "Estamos preparados para que no suceda otro 11 de abril" (el derrocamiento de Chávez durante 47 horas).
Los líderes de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), de la cúpula empresarial Fedecámaras, y de la Coordinadora Democrática acompañaron la alocución de Velásquez. "El pueblo, a la calle, pacíficamente. Ya advertimos al Gobierno que no provocara", agregó el parlamentario. La oposición atribuyó al Ejecutivo "actividades de represión, de intimidación de la población, y atacó a dirigentes petroleros". El gerente de planificación de PDVSA, el opositor Juan Fernández, y su familia denunciaron haber sido agredidos y saqueados en su domicilio por seis desconocidos.
La inmovilización de la gigantesca empresa estatal, con el consiguiente colapso en el abastecimiento de gasolina y el crudo de exportación, es el objetivo fundamental, no conseguido plenamente hasta ahora. La meta es forzar así la aceptación del referéndum consultivo sobre la renuncia del presidente, aprobado por el CNE y prohibido por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
La transformación de la huelga general en un "paro activo" imprimió a la movilización un desarrollo incierto. Existe el temor de que las concentraciones opositoras, físicamente distantes anoche, choquen con las gubernamentales y corra la sangre. La jornada de ayer comenzó con el paro de buena parte de los comercios y empresas privadas y poca actividad en las calles, más transitadas que el primer día de huelga. La interrupción de las clases en colegios y universidades, por cierre o inasistencia de profesores o alumnos, era notable. El metro, los aeropuertos, los bancos o los taxis funcionaban con normalidad, aunque con menor afluencia de viajeros y clientes. La crispación, el hostigamiento y el cruce de acusaciones e insultos, "perros chavistas", "oligarcas fascistas", prosiguen, mientras algunos piquetes trataron de impedir el atraque de cargueros de combustible.
Los porcentajes del Gobierno, que calculó la asistencia al trabajo en un 80%, y de la oposición, afirmando que el 80% secundó el paro, reflejan la polarización y la imposibilidad, de momento, de salir pacíficamente de una crisis desquiciada. "Estamos ante un dictador que no tiene ninguna capacidad de raciocinio", reiteró Carlos Fernández, presidente de Fedecámaras. El oficialismo reaccionó calificando a los organizadores de la huelga de "gorilas que están provocando a la Fuerza Armada". Sin llegar a coincidir, chavistas y antichavistas continuaron agitando banderas y soflamas, sonando cacerolas, vitoreando o maldiciendo a Chávez.
Por otra parte, el referéndum sobre la renuncia de Chávez se realizará definitivamente el 2 de febrero, después de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) aprobara la consulta con la mayoría cualificada que le exigió el Tribunal Supremo de Justicia, informa Clodovaldo Hernández. Ya el CNE había aprobado la realización de esta consulta, pero un dictamen de la Sala Constitucional de la máxima corte venezolana determinó que tal decisión requería una votación de cuatro de los cinco miembros del organismo electoral.
La pregunta será: "¿Está usted de acuerdo con solicitarle al ciudadano presidente de la República, Hugo Chávez Frías, que de manera inmediata presente voluntariamente la renuncia a su cargo?".
Heridos en Caracas
Alterada por la carga de la Guardia Nacional contra la concentración ante Petróleos de Venezuela (PDVSA), Carmen Ojeda, arrebatada, invocaba una reflexión de libertador Simón Bolívar: "¡Maldito el soldado que le dispara a su pueblo!". Varias personas, entre ellas informadores, resultaron heridas leves.
La dispersión de los huelguistas, pudo deberse al propósito gubernamental de impedir que crecieran y acabaran constituyéndose en una manifestación masiva y de más difícil control. Los manifestantes habían determinado que las cercanías de oficinas de la petrolera fueran el punto de arranque de la salida a las calles instada por los promotores de la huelga La marcha desarrollada el pasado 11 de abril, con cientos de miles de personas en sus filas, se dirigió hacia el Palacio de Miraflores, exigiendo la renuncia de su titular, pero fue disuelta a tiros. Se investiga quien disparó el primero. Los muertos de aquel día causaron la intervención de las Fuerzas Armadas y el derrocamiento de Chávez durante 47 horas. Una reacción popular y un cambio en la correlación de fuerzas castrenses lo devolvió al poder.
Las tanquetas continuaban anoche patrullando las calles y sosteniendo esporádicos enfrentamientos con grupos de manifestantes que cortaron varias avenidas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 4 de diciembre de 2002