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La abstención masiva de los serbios vuelve a forzar la anulación de la elección presidencial

El presidente Kostunica se niega a reconocer los resultados y apelará al Tribunal Supremo

Se cumplieron los peores pronósticos y la tercera elección en 70 días tampoco sirvió para elegir un presidente para Serbia. No se alcanzó la participación electoral del 50% más un voto que establece la ley para la primera vuelta.

Sin embargo, Kostunica no ha aceptado la tercera anulación consecutiva de unas presidenciales por falta de quorum. Anoche su formación, el Partido Democrático de Serbia (DSS) anunció que va a apelar ante el Tribunal Supremo por falsificación en el censo electoral, ya que, en su opinión, hay 400.000 electores que no existen, lo que eleva considerablemente la participación real necesaria para que la elección sea válida. Ya en la madrugada de hoy, el presidente yugoslavo anunció que no reconocía los resultados del escrutinio.

Estas declaraciones caldearon finalmente una jornada que se caracterizó por el frío, la indiferencia y la apatía de más de la mitad de los 6,5 millones de electores, que prefirió no acudir a las urnas para elegir presidente de Serbia. Por tanto, los comicios deben quedar de nuevo anulados por insuficiente participación. El primer ministro de Serbia, Zoran Djindjic, y Kostunica se acusan de la apatía en la elección. Esta disputa entre los dos dirigentes de la Oposición Democrática de Serbia (DOS), la coalición que derribó al régimen despótico de Slobodan Milosevic, amenaza con marcar la política serbia en los próximos meses y aumentar las cuotas de hastío y desencanto de una población que desea ante todo ver mejoradas sus condiciones de vida.

No se logró el quorum mínimo del 50%. Lo mismo ocurrió el pasado 13 de octubre. La diferencia es que ahora -al menos en la segunda vuelta, que se tiene que celebrar en un plazo de 60 días- ya no se exige una participación electoral mínima y ganará la presidencia de Serbia el candidato que consiga más votos.

Según las primeras proyecciones de voto del prestigioso Centro para las Elecciones Libres y Democráticas (CESID), sólo votó un 45%, un porcentaje similar al de octubre. Un 58% de los votantes eligió al presidente de Yugoslavia, Kostunica. En segundo lugar, y por tanto, como candidato para la segunda vuelta, quedó el ultranacionalista de 48 años Vojislav Seselj, con un 36% de votos. Seselj es el caudillo del Partido Radical de Serbia y sobre él pesa la amenaza de una acusación ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya para la antigua Yugoslavia por sus actividades durante las guerras de Croacia y Bosnia al frente de grupos paramilitares serbios conocidos como chetniks, nombre de los guerrilleros opuestos a los partisanos de Tito durante la II Guerra Mundial.

El tercer candidato en discordia, Borislav Pelevic, de 44 años, sólo consiguió un 3,3% de los votos. Pelevic es el dirigente del Partido de Unidad Serbia, fundado por Zeljko Raznatovic, Arkan. Este personaje acusado de crímenes en varios países europeos, murió acribillado a balazos en el vestíbulo del hotel Intercontinental de Belgrado en enero de 2000.

El panorama de la sociedad serbia que refleja la votación de ayer no puede ser más desolador y preocupante. De los 6,5 millones de votantes, más de 3,5 no acudieron a las urnas. Un elevado porcentaje de ellos se puede considerar perteneciente al partido del desencanto con el régimen democrático implantado tras la caída de Milosevic. Más de un millón de electores han dado su voto a dos elementos ultranacionalistas con marcados rasgos fascistoides. Seselj se distingue por su violencia verbal y ha llegado a declarar: "A los croatas hay que arrancarles los ojos con un cucharilla oxidada".

Una crisis sin visos de solución

A la tercera, en Serbia, no fue la vencida. De nada sirvieron los llamamientos de la máxima autoridad para los serbios, el patriarca de la Iglesia ortodoxa serbia Pavel; ni las recomendaciones de la Europa a la que Serbia aspira a integrarse, expresadas a través de la Unión Europea y del Consejo de Europa; ni los anuncios que incitaban a votar de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).La abstención, por encima del 50%, invalidó de nuevo la elección presidencial en Serbia y deja al país sumido en un crisis política que dura ya meses. Demasiado tiempo para una Serbia que parece hundirse en el desencanto poco más de dos años después de una rebelión de la sociedad civil que apuntilló, primero en las urnas y después en las calles de Belgrado, al régimen despótico de Slobodan Milosevic.No reviste la menor gravedad que la presidencia de Serbia quede vacante cuando, a principios de enero, el actual mandatario, Milan Milutinovic, haga el petate y tome el avión con destino a La Haya, donde le espera el Tribunal Penal Internacional para juzgarle por sus presuntos crímenes durante la guerra de Kosovo. La falta de contenido del cargo que se disputaba ayer en las urnas lo ha puesto de manifiesto el mismo Milutinovic, que en los dos últimos años parecía haber pasado a la clandestinidad, consciente de que, dada su situación procesal, no le convenía hacer demasiado ruido.La crisis política de Serbia no procede de la vacancia en la presidencia de la mayor de las repúblicas yugoslavas, sino del enfrentamiento, sin visos de solución, entre los dos grandes artífices de la coalición que derribó a Milosevic: Vojislav Kostunica y Zoran Djindjic.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 9 de diciembre de 2002

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