El Pentágono no cree que los misiles del buque camboyano tuvieran como destino Irak. El espionaje militar estadounidense siguió la trayectoria del barco desde que inició su viaje en Corea del Norte y, según fuentes citadas anoche por la agencia AP, tenía motivos para sospechar que transportaba armamento. El destinatario, según esas mismas fuentes, estaba en Yemen. Pero ni la Casa Blanca ni el Pentágono quisieron ofrecer más información. Yemen es uno de los países donde la organización terrorista Al Qaeda concentró fuerzas después de la caída del régimen talibán en Afganistán, lo que permite suponer que los misiles podrían haber sido encargados por alguien relacionado con la red creada por Osama bin Laden.
No es la primera vez que misiles Scud de corto y medio alcance de fabricación norcoreana, muy similares a los empleados por Irak durante la guerra del Golfo, son exportados a Yemen. El Gobierno yemení coopera oficialmente con Washington en la guerra contra el terrorismo, y un grupo de asesores estadounidenses trabajan desde hace meses con el Ejército local, pero amplias zonas del país, bajo dominio tribal, son prácticamente independientes. En agosto pasado, el Gobierno de Estados Unidos impuso sanciones a una empresa norcoreana por vender componentes de misiles a un ciudadano de Yemen no identificado. Poco después, una delegación del Departamento de Estado viajó a Pyongyang para exigir que cesaran las ventas de armas. Durante esa visita, el Gobierno de Corea del Norte anunció a los funcionarios estadounidenses que disponía ya de al menos una bomba atómica.
Los misiles Scud no son baratos. Cada unidad cuesta unos cuatro millones de dólares en el mercado negro. Y, sobre todo, no son un arma fácilmente utilizable, a diferencia de los pequeños misiles de tipo Stinger que puede disparar una sola persona. Hace falta un mínimo de infraestructura militar para lanzar un Scud, que, modificado (sustituyendo carga explosiva por combustible), puede alcanzar objetivos a miles de kilómetros.
Un grupo de técnicos en explosivos de la Marina estadounidense embarcó ayer en la nave, que, según el Pentágono, permanecerá inmovilizada en alta mar al menos un día más, hasta que los técnicos se aseguren de que la carga no presenta peligro de explosión. Estados Unidos asumirá hoy oficialmente el control del barco, pero se ignora por el momento dónde será trasladado. Los portavoces militares estadounidenses dijeron que la documentación a bordo era "muy escasa", pero subrayaron que todo el material y los papeles serían investigados a fondo para "descubrir al destinatario del cargamento".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de diciembre de 2002