Trent Lott, estratega e ideólogo del Partido Republicano y líder de la recién ganada mayoría en el Senado de EE UU, tendrá que someterse a un referéndum interno si quiere seguir en esa posición. El futuro político de Lott, aferrado a su escaño a pesar de una polémica imparable, ha sido cuestionado por el propio George W. Bush, para quien los comentarios de su compañero de partido pueden llegar a ser un lastre en la carrera hacia la reelección presidencial.
El número dos del partido en el Senado, Don Nickles, ha pedido una consulta interna inmediata para elegir a alguien "con más capacidad para ejercer el liderazgo".
El escándalo surgió en la fiesta que celebraba los 100 años del senador Strom Thurmond y su despedida del Senado. Lott, encendido por el ambiente, incluyó en su discurso este comentario: "Cuando Thurmont se presentó como candidato a presidente, le votamos, y estamos orgullosos de haberlo hecho. Y si el resto del país hubiera hecho como nosotros, no habríamos tenido tantos problemas a lo largo de todos estos años".
Esta afirmación habría sido un agradable elogio político salvo por un detalle: Thurmont se presentó a presidente en 1948 bajo la bandera del segregacionismo. Formaba parte de los Dixiecrats, una escisión del Partido Demócrata que renegaba de la tolerancia racial que empezaba a imponerse. La candidatura de Thurmont a la Casa Blanca fue votada por nueve de cada 10 habitantes de Misisipí, el Estado de Lott. Los votos del resto del país permitieron la reelección de Harry Truman.
Thurmont fue moderando sus ideales racistas con el paso de las décadas y llegó a ser el primer senador que contrató un consejero afroamericano en su despacho del Capitolio. "Thurmond cambió, gracias a Dios. Pero Trent Lott no ha cambiado", dijo la semana pasada Al Gore. "Decir que un segregacionista debería haber sido presidente y que eso habría evitado muchos problemas que tenemos ahora, es racista", añadió Gore.
A medida que la tormenta política aumentaba, Lott fue incrementando sus disculpas. "El segregacionismo es una mancha en el alma de nuestro país. El segregacionismo y el racismo son inmorales", dijo el viernes. Sin embargo, los problemas de Lott no están en su promesa de moderación, sino en las hemerotecas. Estuvo en contra de la entrada de negros en su asociación universitaria hace 40 años. Hace 22 hizo un comentario idéntico al de hace unos días y se opuso a convertir el día de Martin Luther King en una fiesta nacional. Bush pareció indicarle a Lott el camino de la puerta con estas palabras: "Cualquier sugerencia de que el pasado segregacionista era aceptable o positivo es deplorable. Los comentarios del senador Lott no reflejan el espíritu de nuestro país".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de diciembre de 2002