Susiños, Rapoxeiros, Tra-la Arca, Home Morto, Coenda, Cuño, Nemiña... son los nombres de algunas de las decenas de calas, coídos en Galicia, donde se acumulan centenares de toneladas de la primera, la segunda y la tercera mareas negras del Prestige. En algunos casos, el chapapote lleva allí más de un mes. Son zonas de difícil acceso, y la falta de medios -excavadoras para abrir caminos, cintas mecánicas, poleas, helicópteros para mover contenedores- dejan el combustible a merced del mar, que a veces lo saca de esas zonas para llevarlo a otras ya limpias. Desde el Ministerio de Medio Ambiente niegan la falta de medios, sostienen que se está trabajando todo lo rápidamente que pueden y que hay planes para todas las zonas difíciles. Y mientras, otra constelación de manchas de fuel que cubren un área del tamaño de la isla de Menorca, sigue avanzando. Anoche sobrepasó Fisterra y se situó a unas ocho millas de Malpica.
MÁS INFORMACIÓN
- El Gobierno renunció a regular el control de buques en 200 millas
- "A VER QUÉ DICES, PACO. TE ESTAMOS OYENDO"
- El nuevo naufragio
- Caldera dice que su "error" fue no contar con "las malas artes del PP"
- Los sindicatos critican que su fondo de solidaridad se financie con el Presupuesto
- Rajoy asegura que la mancha principal se aleja de la Costa da Morte
- Multa de 600.000 euros a un barco danés por un vertido en Algeciras
- "Hay que sacar el fuel del petrolero porque puede convertirse en una bomba de relojería"
- Rajoy anuncia que el 'Prestige' pierde menos hidrocarburo porque el frío empieza a solidificarlo
- Una mancha extensa y densa permanece a siete millas de Asturias
- Salvamento marítimo bajo sospecha
- "No tuvieron el detalle de informarme adónde iba a parar a 120 millas"
- Un hachazo a la economía gallega
- Los marineros de Pontevedra rechazan la oferta para cobrar por retirar petróleo del mar
- La prohibición de los monocascos con fuel pesado será efectiva en marzo en la UE
Camariñas fue el pueblo desde el que se avistó el Prestige cuando se acercó a tres millas de la Costa da Morte. Tres días después, una ola lenta y gris llegó a sus costas. La mayoría de sus playas están desde entonces llenas de voluntarios, y últimamente de militares, que las limpian con una evidente escasez de medios. Pero estas carencias son mucho más sangrantes en las zonas más complicadas. Allí, según el teniente de alcalde, el socialista Antonio Alonso, en pequeñas calas se acumulan cientos de toneladas de chapapote. Sólo en A Pedrosa y Home Morto debe de haber, sostiene, 1.000 toneladas. En algunas zonas rocosas, el espesor llega a dos metros y medio. No es imposible retirar el fuel, dice: sólo faltan medios. Hay que abrir caminos para tractores, poner cintas mecánicas, helicópteros...
Alonso, responsable del equipo de 150 voluntarios que limpia el fuel, cuenta que la semana pasada, cuando quisieron abrir un camino con una excavadora del ayuntamiento, los responsables de la empresa Tragsa les recordaron que eso tenía que autorizarlo Medio Ambiente. "Esto es una emergencia, prefiero que me pongan una multa", respondieron en el Ayuntamiento. Al final, el camino se hizo.
Pero los conflictos con Tragsa, que abre las vías cuando se lo ordena el ministerio, son constantes, y la semana pasada la tensión llegó tan lejos que el presidente de los percebeiros, Manuel Novegil, sufrió un amago de infarto tras discutir con técnicos de la empresa pública. A punto estuvieron de llegar a los tribunales.
Trabajo de 'percebeiros'
Un recorrido por la zona entre Camariñas y cabo Vilán, a mar abierto, permite ver desde arriba varias calas solitarias llenas de fuel. Y la situación no es mejor en otras zonas afectadas, como Muxía. Allí, admite el alcalde, Alberto Blanco, del PP, hay "cientos, incluso miles" de toneladas esperando a que alguien las recoja. Quien mejor lo sabe hacer son los percebeiros, los equilibristas del acantilado. El patrón mayor de Muxía, Javier Sar, sostiene que la dirección general de costas les ha prometido estudiar la posibilidad de usar helicópteros para llevar y retirar contenedores en las zonas donde sólo pueden trabajar los percebeiros. El alcalde reconoce que con las zonas de difícil acceso aún no se han volcado por la falta de medios. "Tenga en cuenta que en un mes ni siquiera hemos quitado la mitad de lo que tenemos en zonas accesibles. Ya veremos cuándo podemos pensar en las otras".
La nueva zona cero, en el municipio de Carnota, no está mucho mejor. Sólo ayer, 20 días después de que el chapapote inundara sus playas, el teniente de alcalde, Manuel Noceda, del BNG, recibía la promesa de que Medio Ambiente y la Junta de Castilla y León van a abrir nuevas vías para llegar a playas y calas que hasta ahora sólo ha visitado la silenciosa peste negra, más allá de O Ximprón, en Ardeleiros o Xoquiño. Hay otras zonas sin tocar, recuerda, como Susiños, Rapoxeiros, Tra-la Arca... "Si el Ejército hubiera venido desde el primer momento no estaríamos así", se queja. Son tres ejemplos, pero el recorrido en coche desde Carnota hasta Camariñas deja ver casi en cada entrante los restos del Prestige, que han teñido de gris oscuro toda la Costa da Morte.
Desde Medio Ambiente, sin embargo, niegan la falta de medios, reconocen sólo 24 zonas que requieren "trabajo especializado" y enumeran una serie de máquinas que están trabajando en esos cientos de kilómetros de costa: 79 camiones bañeras, 15 camiones, dos tractores de cadenas, siete de ruedas, 35 retroexcavadoras mixtas... Todos los coordinadores de voluntarios piden cintas transportadoras. Pero Medio Ambiente sostiene que pueden destrozar la costa y que es mejor la cadena humana.
En cualquier caso, la pesadilla no acaba. El vicepresidente Mariano Rajoy situó ayer por la mañana la nueva mancha enorme, de 800 kilómetros cuadrados (la isla de Menorca tiene 710), a 13 millas de Fisterra. Durante toda la jornada se movió hacia el norte, a tal punto que anoche estaba ya frente a Malpica, a unos 15 kilómetros. Podría seguir su camino hacia el Cantábrico, amenazando Asturias y Cantabria. El viento sopla del sur, con tendencia a rolar del suroeste y con fuerza de 5 a 7 (hasta 70 kilómetros por hora). Por lo que el grueso de la contaminación -un área conformada, según la Xunta, por 70 manchas de fuel, de color marrón, alta densidad y tamaño medio de 11 metros de largo y 4 de ancho- podría caer otra vez sobre el norte de la Costa da Morte, A Coruña o Ferrol.
En esa zona, tres barcos de Pescanova sacaron ayer 45 toneladas de chapapote, y en el Cabo Vilán, más arriba, un barco de Vigo retiró 22 toneladas en cinco horas con una gran cuchara de hierro, a pesar de que el Gobierno dice que en esa zona sólo hay pequeñas bolas.
La desesperación hace que la mayoría de los marineros de esta zona, cuando se les pregunta sobre el futuro del barco hundido, contesten siempre con la misma idea: "Que lo exploten y venga toda la marea de una vez, ya nos apañaremos, pero que acabe esta agonía, no podemos más".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de diciembre de 2002