El presidente venezolano, Hugo Chávez, denunció una conjura internacional contra su país, secundada por venezolanos rivales, cuyo objetivo es hacerse con el control de Petróleos de Venezuela (PVDSA), el gran patrimonio nacional. "Ahora empieza la nacionalización del petróleo", afirmó. Portavoces de la oposición, donde figura un influyente sector que promueve la gestión de la compañía estatal con criterios de empresa privada, atribuyeron la denuncia a que busca inflamar el patrioterismo. Para Chávez, el "sabotaje" del sector es "un crimen de lesa humanidad".
La nacionalización de una industria ya nacionalizada en 1976 significa para Chávez el despido de los ejecutivos y gerentes que paralizaron el monopolio y responden a los criterios de gestión de los presidentes de PVDSA anteriores a la revolución bolivariana.
Expertos oficialistas afirman que se pierden miles de millones de dólares en gastos corporativos vinculados a las cuentas internacionales de 190 subsidiarias. Mientras PVDSA no sea genuina y plenamente nacionalizada, estiman esos especialistas, con acceso al palacio de Miraflores, no habrá ni soberanía ni paz política en Venezuela.
"Estamos dando la batalla y la ganaremos. Ésta es una guerra internacional", subrayó Chávez en su programa Aló, presidente. "Detrás de la toma de PDVSA hay manos extranjeras metidas en esto, no tengo la menor duda, intereses internacionales, trasnacionales que quieren ponerle la mano a nuestro país. No lo vamos a permitir". El Gobierno y la Fuezas Armadas desarrollan una intensa campaña para tratar de resucitar la empresa, cuyas principales operaciones han sido paralizadas por una huelga que ayer entró en su cuarta semana de duración y cuyos efectos son visibles en las colas y problemas de abastecimiento.
La guerra de desgaste entre las partes prosigue. César Gaviria, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), intenta una salida electoral. Marco Aurelio García, el enviado especial del presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, resumió el escenario más temido, el estallido de violencia: "Lo peor que puede ocurrir en Venezuela es que todo el mundo (Gobierno, oposición y flancos ultras) asuma el conflicto como una partida de póquer y opte por subir las apuestas". El problema es que ese juego, precisa García, "sólo admite un ganador y en este momento lo importante es recordar que quien gana ahora no debe creer que ganó para siempre".
Una masiva manifestación hacia el palacio de Miraflores, sede presidencial, es una de las grandes apuestas de la oposición, que discrepa acerca del formato. La desarrollada el 11 de abril, con cientos de miles de personas, acabó con 19 muertos y el derrocamiento de Chávez durante 47 horas. La marcha de las antorchas recorrió ayer varias avenidas de la capital venezolana.
El Gobierno venezolano sugirió ayer dar una tregua navideña al actual enfrentamiento político, propuesta rechazada de inmediato por la oposición. El vicepresidente José Vicente Rangel afirmó: "Una tregua es saludable para todos", informa Efe.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de diciembre de 2002