El Albacete sólo había perdido un partido en 16 jornadas. Únicamente el Xerez, en su mejor momento, pudo doblegar al equipo entrenado por César Ferrando. Sus números en el Carlos Belmonte, además, eran disuasorios: 11 goles a favor y tres en contra. El Oviedo llevaba cuatro jornadas cerrando la clasificación, de desastre en desastre, y con la moral por los suelos. Ganó el Oviedo. A Oli le bastó una oportunidad para cambiar la suerte de un equipo que ha ganado sus tres partidos fuera de casa.
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El 0-1 saca al Albacete de la zona de ascenso, aunque sólo sea por una mínima diferencia en el gol-average con el Murcia. El equipo de David Vidal es una roca. Sólo ha encajado siete goles en 17 partidos y ayer su portero, Reinke, volvió a salir inmaculado de la difícil visita al Levante. El arsenal ofensivo levantinista, al completo con excepción de Mijatovic, se encasquilló, aunque el equipo valenciano conserva la segunda posición.
El parón de los primeros beneficia a los equipos que vienen desde atrás, nombres ilustres obligados a luchar por el ascenso. El único de ellos que consiguió ganar fue Las Palmas (2-0 al Badajoz el sábado), que parece salir del bache que le había acercado a la cola.
El Sporting no pudo ampliar a cinco su racha de victorias, aunque el empate frente al Zaragoza en El Molinón (1-1) confirmó la progresión de un equipo que recuerda su larga estancia de colista como un mal sueño. Aunque Juanele, una de las viejas joyas emigrantes de la casa, adelantó al líder, la última estrella rojiblanca, Villa, empató de penalti.
Las sorpresas apretaron la parte baja de la clasificación. Además de la del Oviedo llama la atención la victoria del Compostela en El Ejido (0-2). Los jugadores del Compos llevan seis meses sin cobrar y amenazan con medidas de fuerza, pero cuando llega la hora de jugar cumplen como los mejores. El Xerez, mientras tanto, empieza a pensar en una especie de maldición. Justamente desde que cumplió su sanción y volvió al campo de La Juventud. Su último tropiezo, frente al Almería, puede traer cola, ya que el guardameta Mora se despachó a gusto con el árbitro camino de los vestuarios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 6 de enero de 2003