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LA TRAGEDIA DEL TRANSBORDADOR

La investigación del 'Columbia' se centra en la pérdida de placas de protección térmica

Los técnicos analizan si el desprendimiento creó un punto débil frente a las altas temperaturas

Chicago
La NASA y la Cámara de Representantes de Estados Unidos han abierto investigaciones separadas para determinar las causas del desastre del Columbia. Las primeras hipótesis consideran que el falllo empezó a gestarse el día del despegue, cuando una pieza saltó del tanque de combustible exterior, golpeó el ala izquierda y debilitó las losetas de protección térmica, creando un punto débil frente a las altas temperaturas que soportó la nave en su reentrada en la atmósfera. El accidente, que ha obligado a dejar en suspenso el viaje de Pedro Duque a la ISS, ha vuelto a poner sobre el tapete los recortes presupuestarios sufridos por el programa de transbordadores, hecho que muchos expertos vinculan con un descenso en la seguridad de los vuelos.

Las investigaciones sobre la desintegración del transbordador espacial Columbia se centran en el desprendimiento de las placas protectoras en el ala izquierda del aparato. Esta pérdida pudo supuestamente crear un punto débil en el sistema que, según las primeras hipótesis, habría conducido al desastre a la nave y a sus siete tripulantes. No obstante la NASA indicó ayer en rueda de prensa que el desprendimiento de placas no tiene forzosamente que causar un accidente de ese calibre. Robert Cabana, director de la agencia, informó de que ya han aparecido, desperdigados, restos de los siete astronautas. Hay chatarra del Columbia esparcida sobre miles de kilómetros cuadrados en Tejas y Luisiana.

Movilizados miles de policías en busca de restos humanos y mecánicos

La NASA y el Congreso crean sus propias comisiones de investigación

Siete minutos antes de que el Columbia perdiera contacto con tierra, a las ocho de la mañana (tres de la tarde en la Península), cuatro sensores de temperatura del sistema hidráulico del ala izquierda dejaron de enviar datos al centro de control de Houston, según indicó ayer Ron Dittemore, director del programa del transbordador. A esa pérdida siguió en rápida sucesión el apagón de los sensores de temperatura en las ruedas del mismo lado, el fallo de otros tres lectores de temperatura en el ala izquierda y la caída de ocho lectores de temperatura y presión. Ninguna de esas circunstancias fue considerada alarmante en el momento de detectarse.

La concentración de datos negativos en el lado izquierdo del Columbia llevó inmediatamente a pensar en el pequeño incidente ocurrido el pasado 16 de enero en el despegue. Ese día se observó el desprendimiento de una pequeña pieza del tanque externo que golpeó el ala izquierda. El posible daño que aquel golpe causó en la protección de la nave es ahora el primer objetivo de la investigación.

El incidente fue analizado inmediatamente después de producirse por distintos especialistas, que llegaron a la conclusión de que "no constituía un peligro para la seguridad" del vuelo, según dijo Dittemore. "Creemos que perder una placa, como ha ocurrido en el pasado. y en varios sitios, no supone la pérdida del vehículo", manifestó en la rueda de prensa de ayer.

Los expertos consideran no obstante que una placa debilitada o suelta podría haber abierto un punto débil en el sistema de blindaje destinado a proteger a la nave de temperaturas que superan los 3.000 grados centígrados por el rozamiento del aparato al entrar en la atmósfera. "Podría haber empezado como un problema en el ala", declaró James Oberg a The New York Times. Oberg, experto en la nave y antiguo ingeniero de la NASA, subrayó que "los problemas en las alas se convierten en problemas de toda la nave".

El transbordador entra en la atmósfera con un ángulo de inclinación dirigido a orientar todo el infernal calor hacia las zonas más protegidas. Es una maniobra con muy escaso margen de variación, fuera de la cual se produce el desastre. En caso de problemas, el centro de control puede girar unos diez grados la nave para centrar la fricción en otras partes más seguras, como en esta ocasión hizo. "La tripulación no estaba alarmada. Misión Control hacía lo previsto", dijo Dittemore, que aseguró que el transbordador "entró, como siempre, con el ángulo mínimo para minimizar los efectos términos". Ya sobre la vertical de California, el Columbia empezó a desprender piezas y emitir fogonazos, según los astrónomos del Instituto de Tecnología de California.

Es cierto que no es la primera vez que se producen daños en las placas de protección térmicas. En ocasiones anteriores, los astronautas han usado cámaras montadas en el brazo articulado de la bodega de la nave para evaluar el daño. En este caso, el Columbia no llevaba carga que exigiera el uso de este robot y no disponía de cámaras.

La comisión investigadora gubernamental, que dirigirá el almirante Gehman, "no se va a centrar en ninguna teoría en particular", señaló ayer Sean O'Keefe, director de la NASA. "Vamos a analizar qué llevo a esto, revisar todo lo sucedido y no dejar nada sin tocar en todo el proceso". La NASA también va a tener su propia investigación, lo mismo que la Comisión de Ciencia de la Cámara de Representantes.

La hipótesis de un atentado terrorista ni fue mencionada en la rueda de prensa de ayer. O'Keefe y otras fuentes de la Administración ya habían mantenido que no hay señales de haberse producido un ataque desde tierra.

Junto al efecto del impacto del 16 de enero en el ala izquierda, Dittemore dijo que se estudiarán posibles fallos estructurales, circunstancias térmicas y el control de vuelo. El centro de control, que recibe miles de datos por segundo de todos los complejos sistemas de la nave, no detectó ninguna anormalidad en todo el proceso justo hasta siete minutos antes de perder contacto, con la primera caída de datos de los sensores del sistema hidráulico del ala izquierda.

Junto al escrutinio de los datos, los investigadores deberán analizar los miles de piezas desprendidas del Columbia desde California hasta Luisiana, con tamaños que van desde centímetros al volumen de un coche. El grueso de los restos está concentrado en una franja de unos 60 kilómetros de ancho y varios cientos de largo en la parte oriental de Tejas y la occidental de Luisiana. En Hemphill, pueblo tejano de 1.300 habitantes próximo a Luisiana, un vecino dijo haber hallado lo que parecía un torso quemado, un fémur y un fragmento de cráneo. "No quisiera que nadie tuviera que ver lo que yo he visto", dijo el testigo. Dos niños del mismo condado encontraron también una pierna quemada.

Miles de policías buscan aún restos humanos y mecánicos a lo largo de la trayectoria. Las autoridades han pedido a la población que comunique todo hallazgo y advierte con intensa gravedad que no se toque ninguna pieza por el riesgo para la salud que pueden suponer sus compuestos químicos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de febrero de 2003