La sesión de ayer en el Consejo de Seguridad no pudo ser más solemne y el asunto discutido, un posible ataque en las próximas semanas contra Irak, más grave. Pero esto no impidió que hubiese momentos de risas y aplausos. Los ministros de Asuntos Exteriores francés, Dominique de Villepin, y británico, Jack Straw, lograron arrancar esos instantes de distensión cuando reivindicaron su calidad de "viejos" o "muy viejos" europeos.
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En un tono que no hubiese molestado al general De Gaulle, Villepin concluyó su intervención con una vibrante defensa "de un viejo país, Francia, de un viejo continente, Europa" que "se mantiene en pie frente a la historia y frente a los hombres". Esta intervención, que pidió más tiempo para los inspectores y una nueva reunión en la ONU el 14 de marzo, fue saludada con aplausos en la sala del Consejo de Seguridad, un hecho raro en este recinto diplomático que casi siempre se muestra contenido.
Unos minutos más tarde, Jack Straw retomó el asunto al afirmar: "Hablo en nombre de un país muy viejo, que fue fundado en 1066 por los franceses", en alusión a la invasión de Gran Bretaña por Guillermo el Conquistador. Straw, que se alineó con la posición de Washington, provocó esta vez las risas en la sala.
Tanto Villepin como Straw hacían alusión directa a las palabras del secretario estadounidense de Defensa, Donald Rumsfeld, que dijo que Francia y Alemania, que se oponen a una intervención militar a corto plazo en Irak, formaban parte de la vieja Europa, una intervención que provocó una oleada de crítica.
"Un país nuevo"
El secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, se sumó también a las alusiones al afirmar que representaba a un "país nuevo", aunque agregó que se trataba de la más vieja democracia que existe en la actualidad.
Los aplausos al ministro francés de Asuntos Exteriores provenían en su mayoría de los diplomáticos presentes en los sitios ocupados por los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad y se prolongaron durante unos 30 segundos.
Tras las risas y los aplausos, el ministro de Exteriores alemán, Joschka Fischer, que presidía la sesión, hizo un heterodoxo llamamiento a la contención: "Le recuerdo al público que le está prohibido aplaudir... aunque hoy sea el día de San Valentín".
Y no fue el único que hizo alusión a la celebración del Día de los Enamorados. El jefe de la diplomacia rusa, Igor Ivanov, también contribuyó a rebajar levemente la tensión que marcó la histórica sesión del Consejo, que se celebró en medio de enormes medidas de seguridad, con policías, de paisano o de uniforme de Naciones Unidas en todos los accesos, cuando se despidió relacionando la festividad de los enamorados con el deseo de una mayor esperanza en evitar la guerra.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de febrero de 2003