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AMENAZA DE GUERRA | Las consecuencias sociales

Arabia Saudí y Kuwait bloquean la petición siria de prohibir el apoyo árabe a los planes bélicos de Bush

Siria presentó ayer en la reunión de ministros de Exteriores de la Liga Árabe, que se celebró en El Cairo, una propuesta para que ninguno de sus 22 países miembros "preste ayuda o asistencia a un ataque contra un país árabe de la región". La propuesta -discutida con vehemencia hasta entrada la noche, paralizó la convocatoria de una cumbre urgente de jefes de Estado de la Liga Árabe-, iba dirigida a países como Kuwait, Qatar y Arabia Saudí, que, aunque sin mucho entusiasmo, sirven ya de base de las tropas y las armas norteamericanas que, en un momento dado, podrían desencadenar un ataque y una invasión contra Irak.

Estos tres ricos países petroleros del Golfo se negaban a que la celebración de la cumbre extraordinaria de la Liga Árabe tuviera como condición previa la aprobación de la propuesta siria. La posición de Kuwait y Arabia Saudí, sobre todo, es delicada. No son felices con la guerra contra Irak que prepara George W. Bush. No consideran que Sadam Husein represente ahora una amenaza y temen que la posible operación bélica desencadene entre sus poblaciones sentimientos de protesta.

En Arabia Saudí hay una creciente oposición a la presencia de tropas estadounidenses, el motivo que llevó al millonario saudí Bin Laden a atacar a EE UU. Hace una semana fuentes de la familia real saudí filtraron que, una vez cerrada la crisis iraquí, pedirán a EE UU que retire esas tropas. Los kuwaitíes odian a Sadam, que les invadió en 1990, pero no por ello son muy proamericanos. Una reciente encuesta reveló que Bin Laden es muy popular entre la población. En cuanto a Qatar es la sede de la televisión por satélite Al Yazira, en la que se expresan las voces árabes más críticas con Washington. Y sin embargo, las autoridades de esos tres países cooperan cediendo territorios para la máquinaria militar norteamericana. Ninguno osa enfrentarse a sus protectores de Washington. Siria puso boca arriba las cartas en la reunión de ayer de la Liga Árabe con su propuesta, lo que complicó aún más las cosas. Hosni Mubarak, presidente egipcio, desea que los jefes de Estado árabes celebren a finales de este mes o comienzos del próximo una cumbre en el balneario egipcio de Sharm el Sheij, que les sirva para fijar un mínimo común denominador. Pero la jornada de ayer transcurrió en medio de las habituales diferencias de fondo de los países árabes y de sus querellas meramente bizantinas. No se pudo acordar ni fecha ni lugar ni agenda precisos para esa cumbre.

[Un grupo de parlamentarios iraníes presentó ayer ante la presidencia del Parlamento una solicitud de destitución del ministro de Exteriores, Jamal Jarrazi, por haberse reunido la semana pasada con su homólogo iraquí, Naji Sabri, según informó la emisora británica BBC. Cien parlamentarios secundan la petición que considera la reunión un acto contrario a los intereses de Irán].

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 17 de febrero de 2003