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Análisis:AMENAZA DE GUERRA | Reflexiones sobre el conflicto

Conmigo o con Sadam

Ayer, en un esfuerzo, algo vergonzante, por disfrazar su amistad particular con George W. Bush, el presidente del Gobierno, José María Aznar, basó una gran parte de su réplica a José Luis Rodríguez Zapatero en glosar lo que Kofi Annan le había dicho a él y a sus colegas de la Unión Europea el pasado lunes en Bruselas. El nombre del secretario general de Naciones Unidas iba y venía con gran cariño, como quien invoca a alguien cuya posición guerrera es insospechable. Sin embargo, en cierto momento Aznar dijo que la ONU debía asumir sus responsabilidades a fuerza de correr el riesgo de convertirse en una organización "irrelevante".

A bote pronto, esa admonición sonaba a redicha. Alguien la había utilizado no hacía mucho. El pasado jueves, en vísperas de la reunión del Consejo de Seguridad, Bush visitaba la estación naval de Mayport (Florida) para renuirse con los oficiales y marineros del portaaviones John F. Kennedy. Allí, dijo que la ONU debía asumir sus responsabilidades frente a Sadam Husein o "marchitarse en la historia como una sociedad de debates ineficaz e irrelevante". Fue ése el día en que Bush también dijo que los aliados debían mostrar sus "agallas" en las Naciones Unidas. Mal día para amenazar de irrelevante a la ONU, porque precisamente ayer el Consejo de Seguridad inició una sesión de debate sobre Irak con intervención de todos los estados miembros. Anoche había 61 países inscritos para hacer uso de la palabra.

Aznar no sólo exhibió ayer sus agallas en el apoyo que solicitaba Bush. Demostró que, como su aliado Bush -no Kofi Annan, a quien usó de escudo en el debate-, él, Aznar, también ha sentenciado a Irak a la pena capital del ataque militar.

Los inspectores Hans Blix y Mohamed el Baradei aseguraron el pasado viernes que no han encontrado pruebas de que Irak ha reactivado su programa nuclear. Y señalaron que el régimen iraquí les ha entregado información sobre pruebas realizadas con misiles Al-Samud 2 y Al-Fatah de mayor alcance al autorizado por la ONU. También dijeron que no habían encontrado evidencias sobre armas químicas.

El informe no fue, por supuesto, concluyente. Pero lo que se dijo, fue dicho. Estos detalles no apaciguaron a Ana Palacio. Pero Aznar demostró ayer que no era un problema de la ministra. Porque al contestar a las preguntas de Rodríguez Zapatero sobre las pruebas que tiene el servicio secreto español sobre la amenaza que supone Irak, Aznar aseguró que poseía armas de destrucción masiva y ejemplificó con los misiles. ¡Pero si esos misiles fueron declarados por Irak a los inspectores en cumplimiento de la resolución 1.441! No se puede exigir la aplicación de la resolución y al mismo tiempo que se obtienen los resultados utilizarlos como prueba de cargo para decir que Irak viola las resoluciones. Esto, como sabe Palacio, lo explicó el viernes Al Baradei en la reunión reservada posterior al debate en el Consejo de Seguridad.

El ardor guerrero de Aznar no ha decaído. Si no estás con Aznar y Bush, estás con Sadam Husein. Acusó, por ejemplo, a las manifestaciones del pasado sábado de no pedir el desarme de Sadam ni corear cánticos contra el dictador iraquí. También dijo que Rodríguez Zapatero no había pronunciado palabras sobre Sadam Husein. Aznar cree haber sido uno de los descubridores del dictador iraquí. Acaso no sabe que el partido de su nuevo gran aliado, el Republicano, fue, bajo la Administración Reagan, en los años 80, quien aprovisionó de armas químicas y biológicas al dictador de Bagdad. O ignora que esa misma Administración se opuso a sancionarle por usar armas químicas en 1988 contra los kurdos. ¡Para Aznar, como dice el panfleto del PP, Sadam nació en 1990!

Pero ese ardor guerrero salió a flor de labios cuando intentó poner la guinda de sus réplicas a Zapatero. Dijo que cuando llegara el momento de la decisión, a finales de mes, en el Consejo de Seguridad la posición de Zapatero quedaría aislada. Porque, quería decir, todos los demás van a votar otra cosa: el ataque a Irak.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de febrero de 2003