El Gobierno de Estados Unidos se tomó con aparente tranquilidad el rechazo de Francia, Rusia, China y Alemania a una "resolución de guerra" por parte de Naciones Unidas. El secretario de Estado, Colin Powell, acusó a Sadam Husein de haber dejado pasar "la última oportunidad", de ocultar armas y de seguir intentando fabricarlas, pese a la presencia de inspectores en Irak. El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, declaró, por su parte, que no convenía sacar "conclusiones precipitadas" sobre lo que podría ocurrir en la ONU durante los próximos días.
El portavoz presidencial, Ari Fleischer, se mostró convencido de que el proyecto de resolución copatrocinado por Washington, Londres y Madrid sería finalmente aprobado. "No saquen conclusiones precipitadas sobre el resultado de la votación final", afirmó Fleischer, "todo está aún por ver". De forma similar se expresó el secretario de Estado, Colin Powell: "Nadie sabe realmente quién tiene los votos hasta que se vota".
Colin Powell, en una conferencia pronunciada ante el Centro de Estudios Estratégicos de Washington, se mostró inquieto por las profundas divisiones en el Consejo de Seguridad: "Sadam Husein ha hecho lo de siempre: ceder en lo secundario sin desarmarse realmente, y tratar de escindir al Consejo en facciones", dijo. "Esas divisiones existen", reconoció el secretario de Estado, "y cuanto más divididos estemos, más se convencerá Sadam Husein de que puede salirse con la suya".
"La única pregunta importante, desde 1991, es la siguiente: ¿Ha tomado Sadam Husein la decisión estratégica de desarmarse? No. Durante 12 años", manifestó el secretario de Estado, "la respuesta ha sido negativa.
El jefe de la diplomacia de Estados Unidos repitió las acusaciones formuladas contra Irak el mes pasado en su alegato ante Naciones Unidas, y añadió algunas nuevas. Dijo que, según fuentes de los servicios de espionaje estadounidenses, el Gobierno iraquí había trasladado en enero armas diversas a zonas remotas junto a las fronteras con Siria y Turquía, para ocultarlas a los inspectores, y que en febrero, justo antes de autorizar el vuelo de aviones espía U-2 sobre Irak, había escondido otras armas en "barrios pobres de clase trabajadora" en Bagdad.
Colin Powell también aseguró que el Gobierno de Bagdad intentaba fabricar nuevos misiles para sustituir a los que estaba destruyendo por orden de los inspectores de la ONU.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de marzo de 2003