La Armada remolcó ayer por la fuerza el Rainbow Warrior, buque insignia de la organización ecologista Greenpeace, desde la base militar de Rota hasta el puerto de Cádiz. Tras una protesta contra la guerra, el buque recibió la orden judicial de abandonar su posición. Horas después, una veintena de guardias civiles tomó el barco y cerca de la medianoche le serraron la cadena del ancla. El capitán y otros dos activistas fueron detenidos al llegar a Cádiz.
La acción que luego desembocó en asalto y remolque a la fuerza comenzó alrededor de las 10 de la mañana de ayer, cuando varios activistas de Greenpeace trataron de impedir con sus lanchas neumáticas la salida del puerto de Rota del carguero de bandera estadounidense Cape Horn, del que los ecologistas aseguran que transportaba material militar para abastecer a las tropas de EE UU en sus preparativos para el ataque a Irak.
La organización ecologista asegura que su acción sirvió para abortar la salida de este buque y afirman que los remolcadores desplazados desde Cádiz para ayudarle se volvieron sin echar los cables. No obstante, la policía detuvo a dos activistas de la organización por acceder en una lancha neumática a la zona de seguridad de la base de uso conjunto hispanoestadounidense.
Los ecologistas fueron retenidos por espacio de tres horas y pasaron a disposición del juez, quien les ha citado a declarar el próximo lunes por un presunto delito de desobediencia grave a la Guardia Civil, según explicó un portavoz de la organización. Los detenidos, un estadounidense y una española, partieron del Rainbow Warrior y accedieron a la bocana del muelle militar para impedir la salida del Cape Horn.
A primera hora de la tarde, según la versión ofrecida por Greenpeace, subieron al barco el jefe de la Brigada de Policía Judicial de la Guardia Civil, un agente judicial y dos agentes más, uno de ellos de paisano. Éstos entregaron al capitán del Rainbow Warrior, Daniel Rizzotti, una orden judicial que le ordenaba abandonar la posición en la que estaba fondeado el buque, que permanecía en la zona de seguridad de la base naval de Rota desde el miércoles.
El capitán se negó a cumplir la orden y el buque permaneció anclado en la posición en la que estaba. Poco antes de las siete de la tarde, unos 20 agentes, siempre según la versión ofrecida por la organización ecologista, subieron el barco y permanecieron allí mientras 22 miembros de Greenpeace se encerraban a toda prisa en el puente de mando.
Según narraba a través de su teléfono móvil uno de los encerrados, Carlos Bravo, los agentes se limitaron a tomar posiciones en el buque e ignoraron durante horas a las personas que estaban en el puente de mando, desde el que tenían acceso a los puentes inferiores de la nave. Otros cinco miembros de Greenpeace que se encontraban a bordo de las lanchas del buque en el momento del abordaje no fueron detenidos.
El dispositivo policial incluía la presencia de un remolcador, lo que llevó a pensar a los tripulantes del buque ecologista que serían trasladados a otro puerto por la fuerza. Y así sucedió. Poco antes de medianoche se acercaron al buque los remolcadores civiles VB Sargasos y el Sertosa. Junto a ellos estaba una patrullera de la Armada que procedió a cortar la cadena del ancla del Rainbow Warrior. Todo el proceso estaba vigilado, según los testimonios de los encerrados en el puente de mando, por una lancha neumática de la Armada.
A por el puente de mando
Poco antes de la medianoche, los marinos consiguieron cortar la cadena totalmente y comenzó el remolque del buque hasta el puerto de Cádiz. Hacia las doce y media de la noche el Rainbow Warrior quedaba atracado en la dársena número 5 del muelle principal del puerto gaditano.
En medio de un fuerte dispositivo de seguridad alrededor del buque insignia de Greenpeace, un grupo de policías rompió los cristales de las puertas del puente de mando, penetraron en el mismo y detuvieron al capitán Rizzotti.
A pesar de que el requerimiento judicial de Rota iba dirigido sólo al capitán, también fueron detenidos Bravo y el marinero inglés Phil Lloyd. Los demás ocupantes del barco de la organización ecologista permanecían al cierre de esta edición en libertad, aunque, según aseguraban en la madrugada de ayer fuentes de Greenpeace, no se les permitía abandonar el navío.
Dos 'guerreros' sin reposo
El primer Rainbow Warrior ya tuvo problemas con las autoridades españolas en 1980, cinco años antes de que los servicios secretos franceses hiciesen explotar el barco en Auckland (Nueva Zelanda). El 18 de junio de 1980 fue detenido y llevado a Ferrol (A Coruña) por las autoridades de marina. La empresa Industrial Ballenera, SA, le acusaba de entorpecer la captura de ballenas frente al cabo Finisterre. Tras cinco meses de retención escapó.
El 10 de julio de 1985 el guerrero del arco iris, que encabezaba una flotilla que se iba a oponer a unos ensayos nucleares franceses en el atolón de Mururoa, explotó. Murió el fotógrafo portugués Fernando Pereira. Greenpeace se dotó del Rainbow Warrior II, que volvió a la carga contra los ensayos nucleares, por lo que fue asaltado por veinte comando de la Armada francesa cerca de Mururoa en 1995.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de marzo de 2003