El tránsito por España de los aviones B-52 que despegan de la base de Fairford, al oeste de Inglaterra, para bombardear Irak vulnera todas las normas de seguridad de la navegación aérea, tanto civil como militar, según los expertos consultados. Los ocho bombarderos que el viernes por la tarde cruzaron territorio español pasaron sobre tres grandes ciudades (Bilbao, Pamplona y Barcelona) cargados con 240 toneladas de bombas, cuando está prohibido sobrevolar núcleos urbanos con productos peligrosos, y realizaron una maniobra de alto riesgo, el repostaje en vuelo con cinco cisternas KC-135.
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Un portavoz del Ministerio de Defensa aseguró ayer que los B-52 "no sobrevolaron ciudades ni hicieron repostaje en vuelo sobre territorio español".
EL PAÍS tiene constancia a través de varias fuentes de que esta afirmación no se corresponde con la realidad. Y es fácil de comprobar: basta con que una investigación independiente revise el plan de vuelo de los B-52, las grabaciones de las conversaciones que mantuvieron los controladores españoles y los pilotos de los aviones estadounidenses y el vídeo con las imágenes de las pantallas de control aéreo.
Los ocho B-52 y los cinco aviones cisterna no sobrevolaron Bilbao, Pamplona y Barcelona por capricho. Tenían un plan de vuelo civil y siguieron una aerovía civil, la que lleva del Atlántico al Mediterráneo lo más cerca posible de los Pirineos. Es decir: tomaron la ruta más corta rodeando Francia, que no permitió sobrevolar su territorio.
Respecto al repostaje, varios datos avalan que se realizó: uno de los KC-135 llegó a Bilbao media hora antes que el primer B-52, hacia las 12.30 del viernes, y estuvo sobrevolando la ciudad hasta que entró en territorio español el último bombardero. Si su intención no hubiera sido suministrar combustible sobre España, debería haber continuado su camino, ya que el KC-135 es más lento que el B-52 y éste le habría alcanzado con facilidad.
Además, los bombarderos se reservaron una gran porción de espacio aéreo, entre los 6.900 y los 7.800 metros de altitud, precisamente porque la operación de respostaje, en la que el B-52 se sitúa a sólo diez metros bajo el cisterna (lo que aumenta el riesgo de colisión) requiere una gran cantidad de espacio libre por encima y debajo de los aviones.
Además, si los B-52 se hubieran limitado a cruzar España sin repostar, habrían volado a mayor altura, hasta 15.000 metros, y a mayor velocidad, 1.000 kilómetros por hora. Volaron tan bajo porque a más altitud el repostaje resulta más peligroso, y tan lentos (a 828 kilómetros por hora, de media) porque ésa es la velocidad de los cisterna KC-135 que les suministraban combustible.
La importancia de aclarar si los B-52 volaron sobre grandes ciudades y repostaron en territorio español radica en que se trata de actividades prohibidas que vulneran las normas de seguridad de la navegación aérea. Los aviones españoles tienen prohibido realizarlas.
Prohibido para los españoles
Cuando los cazas F-18 llevan armamento y se dirigen al Polígono de Bardenas (Navarra) para ejercicios de tiro, siguen una ruta en la que evitan los núcleos urbanos e instalaciones estratégicas, como las centrales nuleares. El peligro que representan los F-18 es muy inferior al que suponen los gigantescos B-52, que cruzan España camino de Bagdad cargados con 30 toneladas de bombas y misiles cada uno.
Respecto al repostaje en vuelo, se trata de una maniobra potencialmente peligrosa, que los cazas F-18 y F-1 españoles sólo realizan en zonas previamente delimitadas, lejos de núcleos habitados y, si es posible, sobre el mar.Además, esta operación requiere una reserva de espacio aéreo que se publica para que los aviones civiles sepan que no pueden invadirlo. A los B-52 se les reservó el espacio aéreo, pero sin la preceptiva publicación.
No se trata de que los ocho bombarderos repostaran simultáneamente sobre cada una de las ciudades. El repostaje es una operación lenta y delicada. El B-52 debe realizar la maniobra de aproximación hasta conseguir enganchar la sonda flexible a través de la cual el KC-135 le suministra el combustible, lo que a veces requiere varios intentos. Una vez enganchados, los dos aviones vuelan juntos hasta que el B-52 llena sus depósitos. Pero para suministrar a los ocho bombarderos sólo había cuatro cisternas, a los que sumó el quinto ya en Bilbao. Por eso, el repostaje se hizo de forma sucesiva a lo largo de los casi 500 kilómetros que separan Bilbao de Barcelona.
Dos bombarderos B-52 despegaron de su base de Fairford a la una de la madrugada y otros dos a las 12.22 de ayer. Según algunas fuentes, sobrevolaron de nuevo el territorio español, aunque no hay datos sobre su ruta ni se sabe si volvieron a reabastecerse en vuelo sobre España.
Una conclusión obvia es que el Gobierno ha abierto el espacio aéreo español a las misiones de ataque contra Irak. Una decisión de la que no ha informado y que, al menos, debería estar limitada por las normas de seguridad que se aplican al Ejército del Aire español.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 24 de marzo de 2003