La precisión de las bombas estadounidenses es un pobre consuelo para los residentes del barrio de Mansur, que ayer se vieron afectados por la destrucción de unas oficinas del Partido Baaz. Ocho personas resultaron muertas y 33 heridas. Se desconoce cuántos eran simples vecinos cuyas casas quedaron dañadas por el ataque, pero al menos dos de los ingresados en el hospital de Yarmuk eran niños. Este bombardeo, a plena luz del día, tardó en conocerse porque Bagdad se había quedado sin teléfonos en la madrugada, cuando la aviación angloestadounidense destruyó las cuatro principales centrales telefónicas. La lluvia de bombas siguió durante la noche y se escuchó una fuerte explosión en el área del Ministerio de Información.
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El de ayer fue uno de los bombardeos más intensos desde que comenzó la guerra, como si los estadounidenses quisieran recuperar el tiempo perdido por la fuerte tormenta de arena de días pasados. Los ataques se reanudaron, con fuerza, a la una de la madrugada de hoy (11 de la noche de ayer, hora peninsular española). Una gran columna de humo blanco comenzó a salir de la zona en la que se encuentra el Ministerio de Información, mientras el fuego antiaéreo iraquí iluminaba el cielo de Bagdad.
Anoche no existía confirmación oficial de que el ministerio hubiese resultado alcanzado, pero una cámara de televisión fija situada en este edificio seguía filmando tras la explosión, un señal de que si éste había sido alcanzado por las bombas, al menos no resultó destruido. Los misiles alcanzaron también un edificio presidencial y un centro de telecomunicaciones.
Las bombas de la coalición venían cayendo sobre la capital desde primera hora de la mañana. "Al menos un millón de líneas telefónicas han quedado inutilizadas", dijo ayer un portavoz oficial.
"Gracias a Dios nos hemos salvado", repetía incrédula Sadia, la mujer de Saad Abdelkarim Ayib, mientras sus cinco hijos correteaban entre los escombros. Tres horas después del ataque a la central telefónica de Al Alawiya, aún tenían el susto dibujado en el rostro. Su casa, una modesta vivienda de planta baja adosada a uno de los muros del recinto, tembló como una cartulina. Era un milagro que hubieran salido sin magulladuras de aquel estropicio: el techo se les había venido encima.
Ataques contra Baaz
No todos fueron tan afortunados, y un portavoz oficial anunció que los bombardeos del día anterior habían dejado siete muertos y 92 heridos. Poco después, justo cuando el almuédano terminaba de llamar a la oración del mediodía, tres bombas alcanzaban unas oficinas del Partido Baaz en el barrio de Mansur y dejaban ocho muertos y 33 heridos, aunque resultaba difícil determinar cuántos de ellos eran vecinos sin relación con ese órgano del régimen iraquí.
"¿Por qué atacan la central de comunicaciones? ¿Qué sentido tiene?", preguntaba Saad. Es lo mismo que se cuestiona Hasan al Moaeni, el director de la central bombardeada, en plena calle Saadún. "Es una instalación civil. ¿Qué pretenden? Han dejado sin teléfono a toda la zona y aquí dos calles más atrás hay un hospital", denunciaba Al Moaeni frente al edificio destripado.
El efecto es extraño. Los vidrios han saltado despedidos hacia el exterior. Su interior ha quedado vacío y un gran boquete se abre en el suelo. Sin embargo, la estructura está en pie y las paredes no amenazan con derrumbarse. Los edificios vecinos apenas están afectados por la onda expansiva.
Se observa también en la central telefónica de Al Rashid, el principal centro de comunicaciones de Rusafa, la orilla oriental de Bagdad. Allí, el primer intento de destrucción de esta instalación en la noche del miércoles al jueves falló y sólo agujereó la calzada adyacente. Pero los aviones de la alianza británica y estadounidense volvieron a repetir 24 horas después y esta vez dieron en la diana.
"El último técnico había abandonado el edificio apenas 10 minutos antes", explicó Salah Mehdi Salamada frente a la central telefónica de Al Maamún, que quedó inutilizada anoche. También resultó alcanzada la telefónica de Adhamiya, como la anterior en Karg, la orilla occidental del Tigris.
La ausencia de comunicaciones telefónicas hará aún más difícil los interminables días de encierro de los habitantes de Bagdad. Hasta ahora podían al menos mantenerse en contacto con familiares y amigos para interesarse por su situación. Tal vez por ello, ayer se incrementó ligeramente la presencia de civiles en la calle durante la mañana. Pero lo que más llamaba la atención era una notable reducción del número de milicianos y soldados que vigilaban desde detrás de los sacos terreros. Cabe la posibilidad de que hayan sido desplazados para reforzar las defensas del perímetro de la ciudad.
No obstante, los canales de la televisión continuaban emitiendo. "Lo que comenta todo el mundo es que emiten desde una furgoneta o un camión", comentaba un pequeño empresario. La televisión iraquí mostró imágenes de tres ciudadanos iraquíes acusados de identificar para la CIA objetivos gubernamentales y del Baaz. Hasta ahora no se han producido revueltas contra el régimen, sin embargo, la existencia de traidores matiza las palabras de Saad Ayib, el vecino afectado por la destrucción de la central de Al Alawiya: "Todos estamos con Sadam Husein".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 29 de marzo de 2003