La zona minera del norte de Bolivia que ayer vivió la tragedia de ver 400 casas sepultadas por un alud, ya conoció un suceso parecido hace 10 años. También a orillas del río Tipuani, un campamento minero en la falda del cerro Llipi quedó sepultado bajo el lodo por un corrimiento de tierras similar. Era el 7 de diciembre de 1992. La mayor parte del pueblo dormía cuando se produjo la tragedia. Más de un centenar de cadáveres fueron recuperados bajo 10 metros de tierra. La ayuda oficial tardó cinco días en llegar a Llipi-llipi y el rescate de cuerpos se abandonó pocas semanas después debido a la falta de maquinaria y al hedor.
Ayer todo eran referencias y comparaciones con aquel suceso. "Esto es el triple que lo de Llipi", se lamentaba el concejal de Chima, en referencia a lo que acababa de suceder.
Además de en Bolivia, sucesos parecidos han ocurrido en los vecinos Perú y Ecuador. En julio del año pasado, decenas de personas desaparecieron bajo el barro que enterró una carretera en la provincia amazónica de Morona, en el sureste de Ecuador. El alud sepultó un autobús y al menos otros 10 vehículos. Un año antes, en junio de 2001, más de 40 personas murieron y otras tantas desaparecieron a raíz de un corrimiento de tierras causado por las lluvias amazónicas.
En Perú, el 8 de noviembre de 1999, 34 personas desaparecieron y unas 800 resultaron afectadas por un desplazamiento de tierras que afectó a cuatro pueblos del departamento de Cajamarca. El alud se originó esta vez por la presión de agua subterránea en un cerro llamado Cortadera.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de abril de 2003